« — Cuando la hija del rey, cumpla sus quince años, se punzará con un huso de hilar, ¡pero ella no morirá, sino que entrará en un profundo sueño por cien años hasta que un valiente príncipe la bese!" »
Y con aquellas palabras malditas la pesadilla había comenzado.
.
La luna llena en lo alto del cielo nocturno y el silencio apabullante de todo aquel lugar solo eran señales inquietantes de que algo maligno ocurriría esa noche. El sonido del reloj de péndulo, que no había dormido al igual que todo el reino cuando la maldición se cumplió, se hizo escuchar por todo el castillo anunciando que ya era medianoche.
Una y otra vez el sonido resonó por todos los rincones, hasta que alcanzó un lugar lejano donde una joven de piel blanca y cabellos de oro se hallaba dormitando, en una cama de seda y joyas, a causa de la aguja de un huso de hilar. Y como si aquel sonido fuera un aviso de que ya era hora de despertar, los luminosos ojos rojos de la joven se abrieron.
Aurora se fue incorporando de su lecho con lentitud, mientras paseaba la mirada por todo el lugar, percatándose que todo seguía igual como lo dejó en la última luna llena. Poniéndose de pie camino rumbo hacia la puerta de la habitación, pisando sin ningún cuidado en el proceso el cadáver descompuesto de su última presa.
Mientras caminaba no podía dejar de rememorar aquella maldición que la afectaba; Y es que era obvio imaginar que ningún humano sería capaz de vivir cien años teniendo la misma apariencia, a menos que fuera convertido en una criatura antinatural, y eso era en lo que ella se había convertido gracias a aquellas palabras que habían sido dichas para evitar su muerte.
—Como si ahora no estuviera muerta en vida —Pensó con cinismo.
Eran esas palabras las que ahora la llevaban a buscar una nueva presa entre todos aquellos cuerpos que dormitaban en el reino junto a ella, aquellos cuerpos que no eran más que su reserva de alimento hasta que pasaran los cien años.
Caminando a paso lento por los corredores del castillo, Aurora iba evaluando y descartando a cada cuerpo que encontraba, hasta que uno llamó su atención: Un joven de piel trigueña, cabellos castaños y buena constitución física. Sin esperar más se acercó a él y con su mano acarició el rostro de su presa dormitante; la emoción la recorrió al sentir la cálida respiración de él chocar con su fría piel y aquel sube y baja de su pecho con cada inhalación y exhalación no hacía más que hacerlo ver más apetitoso para ella.
¡Oh sí!, casi podía saborear su tibia sangre en su paladar y sentirla bajar por su garganta, alimentándola, nutriéndola, saciándola...
Y así, sin poder contenerse más, su boca buscó aquel punto atrayente ubicado en su cuello y con fiereza sus caninos desarrollados desgarraron la piel dejando fluir aquel líquido que con tanta desesperación deseaba.
Cuando terminó de alimentarse, alzó su mirada al ahora pálido rostro del joven, y notó que a pesar de que la muerte estaba llegando a él seguía siendo muy hermoso y acto seguido comenzó a delinear con sus dedos aquellos rasgos que tan guapo lo hacían.
Era una lástima que muriera, en otras circunstancias hasta se hubiese sentido encantada de ser cortejada por él, de ser besada por él, pero la realidad era otra; y así sin más acercó sus sangrientos labios a los de él uniéndolos en un bizarro beso vacío y engañoso.
Porque ella sabía que ese beso no era de amor, ni terminaría con aquella maldición.
Pero ella no tenía afán de que pasaran los cien años, ni mucho menos de que aquel beso de amor llegara.
Ella solo quería seguir disfrutando de aquella bella maldición que se le había sido otorgada.
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Bella Maldicion (Oneshot)
Short Story« - Cuando la hija del rey, cumpla sus quince años, se punzará con un huso de hilar, ¡pero ella no morirá, sino que entrará en un profundo sueño por cien años hasta que un valiente príncipe la bese!" » Y con aquellas palabras malditas la pesadilla...