Dulce Picadura

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El caballero de la doceava casa, Albafica, se encontraba muy temprano de camino a su cabaña en el jardín de rosas venenosas. Iba tranquilo y discreto como siempre, ya que tenía que atravesar parte del pueblo. En este ya estaban bien puestos los negocios del mercado recibiendo a sus primeros clientes. Faltaban un par de calles para que Albafica saliera de la zona mercantil y poder acceder al bosque camino hacia su jardín. Pero antes de esto, una figura familiar llamó la atención del guerrero, al parecer se le hacía conocida esa bufanda roja y una gran melena azul que caía después de los hombros, pero sobre todo, una manzana en mano. Albafica observó mejor y vio que el individuo adquiría más manzanas, cayendo en cuenta de que se trataba del caballero de escorpio, Kardia.

Decidió no darle más importancia y apresuró el paso, sin embargo, le llamaron en voz alta interrumpiendo severamente sus planes.

- ¡Hey Albafica!

Este solo volteó con una mirada seria.

El otro le saludaba con absurda alegría hasta que vio el semblante del pisciano.

- ¿A qué viene esa cara de pocos amigos?

Albafica pensó "¿es enserio?" mientras fruncía el ceño.

-Nah no te lo tomes a mal, es solo un chiste amiguito. Le dijo al echarle un brazo al hombro.

Albafica se escabulló de su abrazo y contestó.

-Sabes bien que no debes tener contacto conmigo. Déjame en paz y regresa al santuario.

- Relájate Albafica, ya he trabajado contigo antes y no ha pasado nada. De hecho has trabajado con Degel, el inútil de Manigoldo, y no negarás que de vez en cuando hablas con Shion y mira, a nadie le ha pasado nada.

Albafica apretó el puño, dio media vuelta y se fue. Por supuesto Kardia lo siguió, pues creía interesante acercarse al caballero de piscis y si se podía, conocer más sobre él.

De esa manera fueron el resto del camino.

-Muy bien. Dijo el de piscis. -Hasta aquí puedes llegar, será mejor que regreses.

- ¿Ah? Pero si vine hasta acá para convivir con vos y ya quieres que me vaya. Ni siquiera hemos platicado bien.

-No puede darme el lujo de convivir contigo. Ya lo sabes. Ahora fuera de aquí.

-Bah, no me va a pasar nada Albafica, acaso olvidas que mis técnicas también se basan en veneno. Además vivo al  borde de la muerte por mi enfermedad y quieres que me preocupe por un par de rosas. Jajaja.

-Pero no tengo nada de que hablar contigo ni con nadie, así que largo.

-Arg. Refunfuñó Kardia. -Al menos puedo ayudarte en algo. Que sirva el haber venido hasta acá.

-Basta no es necesario, si quieres quedarte aquí me da igual, como sea no puedes atravesar el jardín. Concluyó para entrar a su cabaña y dejar solo a Kardia.

El escorpio se quedó impotente justo tras el perímetro de las rosas. Luego decidió regresar.

Dentro de la cabaña, el joven Albafica tomaba sus instrumentos de jardinería cuando de repente, un estruendoso ruido en dirección de la puerta lo exaltó. El guerrero de escorpio había retrocedido una buena distancia para tomar vuelo y correr a la velocidad de la luz, de manera que su contacto con el jardín fue casi nula, por lo que pudo entrar a la cabaña de piscis sin mayor riesgo.

El peli celeste veía al otro triunfante por su hazaña mientras el comenzaba a apretar sus puños y dientes.

-Qué has hecho pedazo de idiota. Susurró con ira.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2017 ⏰

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