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Desde el primer momento en que te vi, causaste conmoción en mi.
Nunca creí llegar a sentir algo por alguien como tú, puesto que, vos sois alguien probado para mi.
Tus ojos, café como la tierra, son un oscuro camino que me hace llegar a sentir una desesperación tan grande.

Era lo que en la mente de Víctor abundaba. No dejaba de pensar en ella.

A la mañana siguiente, Sammira había despertado, miro a su alrededor y no encontró a Víctor, ella estaba sola en aquella habitación.

Se descubrió del edredón de la cama y un aire frío invadió su piel. La calefacción aún seguía encendida. No sabía en donde se encontraba el botón de apagando o el control remoto de este, así que, no hizo nada.

Miro detenidamente la habitación, camino hacia un armario y saco una camisa blanca.

Cuando se la puso, esta le quedaba enorme, pero no le importó. Siguió mirando la habitación, había colgada en la pared una pintura de Jesús con un cordero, también justo sobre la cabecera de la cama, había una cruz. En la mesa de noche había un libro azul con letras doradas que decía El libro del Mormón. Lo tomo con sus manos y le dio una ojeada rápida. Las letras eran pequeñas pero legibles, sus páginas eran delgadas, más que las de un libro normal, sus pastas eran flexibles. Podía doblarlo sin problemas y sin maltratarlo. Sammira dejo el libro nuevamente en su lugar.

De un momento a otro, escucho un ruido proveniente de abajo y no dudo en salir a inspeccionar. Sabía que había una posibilidad muy grande de que el misionero Víctor haya sido el que hizo tal ruido.

Mientras bajaba las escaleras, iba apreciando el lugar, parecía una casa normal de cualquier hombre soltero.

Llego a lo que era una sala con comedor era un estilo minimalista, del otro lado se encontraba una puerta, de ahí provenían los ruidos. Abrió la puerta y vio a Víctor cocinando. Él hombre llevaba puesto una camisa blanca con corbata y un pantalón de vestir negro junto con unos convers igual negras.

—Buenos días hermanita Sammira —Dijo al verla.

Sammira se sintió algo incomoda al escuchar como Victor la llamaba Hermanita Sammira

—Sabes, puedes llamarme Sammy, no me agrada mi nombre. —Dijo y se tallo los ojos con la manga de la camisa (que por cierto, cubría sus manos en su totalidad.)

—¿Porque no? —Pregunto este sirviendo la comida en unos platos. —Sammira es un nombre hermoso. Sammira es un nombre con varios significados entre los mismos podemos encontrar que puede significar “La amiga de la noche”, también puede significar “Dios escucha” o  también “rafaga de viento” de acuerdo al su origen hindú.

—Me llamaron Sammira por lo segundo que dijiste —Se cruzo de brazos y se recargo en la pared. —Dios escucha, eso es lo que mis padres querían. Que dios escuchara sus peticiones...

Victor la miro asombrado. Sammira noto su mirada y continuo hablando..

—Antes y que yo naciera mis padres no podían tener hijos, mi madre estaba enferma. El doctor había dicho que los óvulos de mi madre no servían. Mi madre estuvo tomando medicamentos y demás.

—Ya veo, tus padres estuvieron pidiendo oración a él padre celestial para que les pudiera dar una hija. —Dijo Victor interrumpiendo a Sammira.

—Si, pero no. Mis padres, antes de tener su exitosa compañía y cargar oro, eran pobres. Vivieron en la miseria. No tenían nada cuando se casaron. Pero después... Pusieron un pequeño negocio que dejó ganancias. Y de ahí, surgieron otros proyectos, mi madre seguía sin poder embarazarse. Y... Fue cuando acudieron a la iglesia. —No podía creer que estaba contando esto — Fueron, hicieron no se que. Los tratamientos, y mi madre quedo embarazada. Y... Y... No solo eso, su negocio creció más y más, y son lo que son ahora. No diré más.

El Misionero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora