Soy el presagio del que todos temen, un misterio en su intelecto propio, un conspirador audaz. Mis crímenes son perfectos. Escribo sin papel y dejo huella sin tinta. Soy el resultado de muchas tormentas, pero sin duda, soy quien soy, pero jamás me llamaría error, no después de todo el daño que he causado.
Mañana empezare a trabajar en la biblioteca de Norcoth, tengo que dormir. Pero no puedo, simplemente mis necesidades carnales no me lo permiten. No logro distinguir mis sueños de la realidad, lo único que tengo claro es que no volveré atrás. Trabajare catorce horas, donde solo tendré silencio, calma y mucha pasividad. Una persona que transmite seguridad y confianza, pero que en las noches corre voraz como animal, buscando a quien asechar. ¿Quién podría dudar de un bibliotecario? ¿De alguien que solo organiza libros por orden alfabético? De alguien tan centrado como puedo llegar a ser yo.
Ese constante tic-tac en mi cabeza que no hace más que ordenarme una cosa, mi cuerpo otra y yo... cayendo bajo la duda de ambas respuestas. Entre estos suburbios, rodeado de drogas, placeres y miserias, consigo encontrar un lugar. Saldré a buscar una vez más un nuevo placer certero, he llevado varios días de pasividad en donde solo calmo mi placer sexual con fotografías, necesito buscar a una nueva víctima, alguien que caiga bajo este predominante animal, alguien con el alarido tal que genere un orgasmo donde no solo sienta placer, si no convicción de querer seguir haciéndolo por siempre. Estaba a punto de salir cuando de repente se habían acabado las jeringas, no tenía más dosis y mi cuerpo solo pedía placer. Quería coger y no solo por este momento, quería hacerlo sin parar. No porque mi alma lo ordenara, porque ella no ejercía orden en mí, ni nunca lo haría.
Sin parar una y otra vez mi cuerpo pedía éxtasis, placer. Necesitaba inyectarme, pero no tenía el modo. Tenía tanta desesperación que comencé a chocar mi cabeza constantemente contra los muros, una y otra vez hasta que perdí la conciencia. A la siguiente mañana me levante muy de madrugada, me bañe y estaba a punto de salir, me mire en el espejo de la vecina que había acabado de llegar. Sentí que me faltaba algo, sin duda recordé que antes de venir a esta ciudad había robado unos lentes. Volví y los busque hasta que los conseguí, me los puse y Salí de nuevo al espejo. Y me decía así mismo, que joven más intelectual, ningún violador de cuarta.
Para ir a mi nuevo trabajo, tenía que caminar unos cuantos metros y de ahí tomar un bus que me dejara en la biblioteca de Norcoth, el administrador de esta, me estaba esperando para poder entregarme las llaves e instruirme en algunas cosas. Recuerdo que cuando le envié mi expediente, lo acepto al instante, aunque es lógico. ¿Quién busca un trabajo como bibliotecario, en una ciudad donde casi nadie lee? Esta fue la primera impresión que me lleve del señor Hops, sin necesidad de conocerlo. Ahora venía la parte dura, que me ajustara a sus expectativas y me diera el trabajo. Aunque con los lentes que me coloque esta mañana, podía aparentar responsabilidad con tan solo los veintiséis años que tenía. En la ciudad en la que venía habían logrado cambiar mis papeles con tal de desaparecer totalmente del mapa y fue aquí donde vine a dar.
-Buenos días, Señor Hops? -Buenos días! Tristán?- dice con solidez. –Sí, vengo por lo del trabajo de bibliotecario. –Mucho gusto, Benjamín Hops. Llego antes de lo esperado. –De la misma manera Tristán Campbell, para servirle. Si suelo ser cumplido. –Leí su currículo, dice que está muy interesado por iniciar lo antes posible. –Sí, así es.-respondo, aparentando interés, como si fuera mi primer trabajo. –Le daré unas pequeñas inducciones para que inicie con sus funciones. Usted estará activo las catorce horas del día, desde las 6:00 am, hasta las 8:00 pm. Su trabajo será administrar la biblioteca, durante esas horas. No podrá estar ausente. Debe organizar los libros según se ubican en la estantería, atender a nuestros clientes satisfactoriamente. No olvide que prestamos libros y a penas los regresen, su labor será revisarlos de tal manera que estén como el primer día que los compre. "Comprenda que debe ser bibliotecario no por dinero, sino por el amor al arte y a los libros"-Me dice sonriente y me guiñe el ojo pícaramente. –No obstante le respondo sarcásticamente con una pregunta: ¿No me pagara señor Hops?-Y de inmediato suelto una carcajada. –Te pareces mucho a mi hijo-dice riendo. Él está en secundaria pero no parece un estudiante de once, realmente parece uno de kínder, no obedece a nadie, apenas puede cumplir con sus notas. Es rebelde y no sé qué hacer con él, tengo tan bajas exceptivas en el. Pero, en fin... puede iniciar ahora con su trabajo. Adelante!
Comienzo caminando por toda la biblioteca, observando y organizando los pocos libros que estaban encima de las mesas, mientras lo hago. Recuerdo lo que dijo el señor Hops, sobre su hijo. Y me trajo a memoria, mi relación con mi padre, un obstinado adulto que veía el mundo según se lo enseñaron y que pretendía hacer lo mismo conmigo. Siempre me enseño el respeto por las mujeres aunque lo considere idiota, ya que mi mama le era infiel con su jefe y el luchaba por tener una buena imagen de ella y el resto de las mujeres, que ingenuo papa. Mi papa quería que fuera sacerdote, en la ciudad donde vivimos había un convento y quería que entrara a ese lugar. Hasta que una monja de esas le dijo que era solo para mujeres. Él siempre me había querido lejos de los libros, decía que solo influían en mi mente para que fuera rebelde. Aunque era ignorante a mi mama le suspendió la música instrumental, no quería que cambiara sus conceptos. No sé qué era peor su manera de ver el mundo o sus estúpidas creencias. Sus enseñanzas me sirvieron tanto, que no termine de sacerdote sino de violador, aparentando trabajar como bibliotecario.
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TRISTAN; entre el sexo y el amor.
RandomTristan,"Un bibliotecario", un violador y un enamorado.