Cada día, en la soledad de mi automóvil, de camino al trabajo, acompañado de un sonido de fondo por un señor que sólo se dedica a dar malas noticias, que no logro entender, a mi cabeza y mi imaginación inquieta les cuesta permanecer en estado de reposo.
Hay momentos en los que intento abstraerme de todo, obligando a mi mente a no pensar, a olvidarme del mundo que me rodea, de tener esos quince minutos de paz y quietud en los que sienta el placer de encontrarme conmigo mismo, de sentir la soledad total.
Hasta ahora, nunca lo he conseguido, y estoy convencido que mientras más lo intento, peor. Me he dado cuenta que nunca podré estar solo, no sé si será bueno o malo, no sé sí podré llegar a hacerlo algún día.
Vienen a mi mente, sin llamarlos, pensamientos tanto positivos como negativos, ideas vanas o ideas geniales, que una vez acabado el trayecto, se difuminan para no volver.
Es así cada día. En mis cuatro trayectos de quince minutos, pienso qué sería de mi vida sin mi esposa. Si no la hubiera conocido, si aquel mal sueño que pasamos nos hubiera vencido, en el amor tan inmenso que sentimos el uno por el otro. En nuestros hijos, que, aunque de vez en cuando nos dan algún que otro disgusto, lo que siempre quedará es la alegría y el orgullo que sentimos de verlos crecer, sanos y fuertes, felices, luchando cada día por sacarlos adelante.
Pienso si algún día, algún tarado, de los muchos que hay sueltos al volante, me llevará por delante, acabando con todos mis sueños, con todas las inquietudes y planes de futuro que rondan por mi cabeza. Imagino cómo sería la vida de mis seres queridos si yo faltara, imágenes que rápidamente intento borrar de mi cabeza, para centrarme en esa linea blanca pintada en el asfalto que me lleva a mi destino.
Aquel día, como tantos otros, me despedí de mi esposa, para recorrer ese camino que ya conocía como la palma de mi mano.
- Cuando llegue, te aviso, cariño, cómo siempre. - Le dije dándole un cariñoso beso en los labios.
-De acuerdo, y no corras; llámame. - Se despidió con una suave caricia en mi rostro.
Me monté en mi coche, arranqué, y como siempre, aquella voz que me resultaba ya tan familiar, anunciaba una huelga general para los próximos días. -"Estamos apañados". - Pensé.
Salí a la carretera, pensando ya en el próximo viaje que teníamos preparado para el fin de semana.
- ¡Que hijo de puta, mira que adelantar en linea continua!,¡menudo susto me ha dado el cabronazo!. Bueno, seguiré adelante, que ya falta poco.
Estoy bien, tranquilo, todo ha pasado.
El viaje se me está haciendo eterno. Pero, esto que siento... Nunca lo he sentido, no pienso en nada, ¿Será esto la soledad absoluta?.
Suena el móvil, ¿quién será?, es mi mujer, que raro, acabo de salir.
- Ahora te llamo cuando llegue, ¿vale?. - silencio al otro lado.¿ Me oyes, cariño?. - más silencio.
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SIN RETORNO
Short StoryPequeña historia que os hará pensar, mejor releerlo si no queda claro...