Capitulo único

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-"Los misterios más grandes son los más simples, solo se hace falta conocer las leyendas tras estos y escuchar las versiones que te cuentan los sabios, ya que a veces nada es lo que parece..."

Anónimo

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-Un pueblo donde la luz de la luna se apreciaba mejor desde las montañas, donde los animales eran libres de correr por sus dominios sin molestar a las personas, donde los rumores y leyendas son lo que mantiene viva a la población. Un pueblo muy conocido por considerar a la luna como el mayor de los astros y donde estudiar las estrellas es una profesión admirable.

-De la biblioteca de aquel pueblo misterioso salía un chico, de unos 15 años para ser exactos, vestido de manera ligera y escuchando música mientras caminaba con una mochila llena de libros que acababa de pedir prestados. El estaba perdido en sus pensamientos, observando las casas cercanas y los jardines muy bien cuidados de las amas de casa, algo que el sin duda disfrutaba mucho.

-No prestaba atención al ruido de los autos, eso le molestaba, prefería estar escuchando su música para no tener contacto con las molestas máquinas ruidosas. Todas las tardes era el mismo camino, de la escuela a la biblioteca y de esta a su casa, pero por alguna razón decidió acortar su camino para pasar por el pequeño parque que estaba cerca de su casa.

-Al llegar al lugar solo se paro para observar a los niños que jugaban, sosteniendo los tirantes de su mochila miraba con curiosidad a las madres del pueblo hablando en una banca, contando los rumores mas destacados del pueblo, los niños corriendo y jugando en los columpios del parque y los perros de familia persiguiendo a las inocentes ardillas.

-El solo suspiro y susurro:

—Faltan solo unas horas.

-Retomando su camino continuo el sendero para llegar a su casa. Al estar a escasos pasos de la puerta se detuvo, observo la puerta tragando saliva y paso con los ojos cerrados esperando que ella no estuviera ahí. Cuando volvió a abrir los ojos se encontró la casa en completa soledad, ni un ruido, ni siquiera un maullido del molesto gato que se colaba por las ventanas.

—Parece que es mi día de suerte —musitó cerrando la puerta con extremo cuidado y dirigiéndose a las escaleras a su izquierda.

—No te creas niño —espetó una mujer recostada en el arco de pared.

-El chico volteo con nervio y observo a una mujer de unos 30 y tantos que lo miraba entrecerrando los ojos, como si quisiera decir que no fue lo suficientemente listo para escabullirse.

—H-hola mamá —tartamudeo con nervio.

—Usted no aprende ¿verdad? —dijo acercándose y extendiendo la mano para que él le entregara la mochila.

-Coloco una cara de disgusto mientras le entregaba la mochila. La mujer la abrió y saco varios libros y echando una mirada rápida a los títulos no se extraño del porque su hijo estuviera tan nervioso.

—Josh ¿es enserio? —él asintió con la mirada baja— es lo mismo todos los años.

—¡Vamos mamá! —replico alzando un poco la voz— sabes que estas cosas me interesan.

—Solo... Hablaremos de eso luego, ve y sube a tu habitacion. Te llamare cuando la comida este lista.

-El chico asintió y volvió a tomar su mochila, subiendo las escaleras de maneras apresurada y al llegar a su habitacion tiro la puerta accidentalmente.

El arrullo del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora