MARSELLA - FRANCIA, 1957
A unos cuantos kilómetros al sur del puerto, se encontraba la residencia Broussard. La familia era conocida por los habitantes aledaños por su asentamiento en la ciudad portuaria desde hacía tiempos memorables; fácilmente se podía declarar que eran una de las familias más antiguas en la gran y hermosa Marsella.
La señora Broussard, matriarca y jefa de hogar hacía muchos años que había enviudado. Nadie podía asegurar con exactitud cuántos años tenía en realidad pero todos sabían que era vieja y que a pesar de ello, se conservaba en excelente estado; y no podía ser de otra forma, no al menos hasta que sus dos hijos o al menos la menor de ellos, creciera del todo.
La familia estaba compuesta por la Señora Broussard, Brigitte; sus dos hijos, Colin y Freya; la hermana de la señora Broussard, Simone y sus tres hijos, Pierre, Henri y Robert; el tío Etienne, hermano del difunto señor Broussard; la ama de llaves, Grace; el mayordomo Mr. Jacques y las cocineras Candice y Angelique.
Simone Broussard una vez que su hermana enviudó se traslado a vivir con ella luego de que su propio marido se marchase del país con toda su fortuna dejándola en la ruina junto con sus tres hijos. Etienne, en cambio, había vivido con la familia Broussard desde toda la vida.
La mañana del 4 de marzo, la ya no tan pequeña Freya, de en ese entonces 17 años vio como la imponente y grande figura de su hermano mayor regresaba a casa después de más de dos años de servir al ejército francés. No era la primera vez que servía como soldado, ya había ocurrido para la gran guerra cuando ella a penas y había nacido en medio de la catástrofe bélica que había arrasado con la ciudad y esta vez le habían enviado como refuerzo para las tropas francesas que disputaban la colonia en Argelia.
-No puedo creerlo, eres tú -susurró cuando divisó la figura -¡Eres tú! -gritó la adolescente levantándose del suelo y corriendo hacía su hermano, estaba a varios metros de distancia, pero ella le podía distinguir de inmediato, estaba segura de que el rostro y la apariencia de Colin eran la misma que había dejado el día que se marchó. -¡Mamá, es Colin, ha vuelto, es Colin!
La señora Broussard se asomó por el porche y con la emoción contenida se cubrió la boca con ambas manos. Freya en cuestión de segundos había alcanzado la posición de su hermano y ambos se reencontraron en un fuerte abrazo. Allí, a la distancia Brigitte a penas y podía distinguir la figura de sus dos hijos tan iguales y diferentes a la vez. Brigitte sabía que sus hijos debían de estar juntos, no podrían separarse si es que querían sobre vivir en el mundo que les había tocado nacer, porque ellos no eran igual a Henri, Pierre o Robert, ni tampoco eran igual a ella o a cualquier otra persona de la comunidad.
Y era por ello que Freya, con tan sólo 17 años sufría cada vez que Colin partía a alguna de sus batallas.
-No sabes el alivio que me provoca que ya estés de regreso hermano, nuestra madre se empeña en concentrar toda su atención en mi cuando tú te marchas. Aún piensa que no debo ir a la escuela como Henri -. Comentaba Freya mientras ayudaba a Grace a acomodar la mesa para la cena. Colin estaba sentado a la cabeza y en el otro extremo estaba su madre, al costado derecho de Colin sus tres primos completaban los tres puestos laterales, a la izquierda el tío Etienne, la tía Simone y por último el puesto vacio de Freya junto al extremo de su madre. La gorda Candice ingresó en ese momento con una charola para servir los primeros platos.
-En realidad, sólo estoy tomando un receso. Debo volver al frente -dijo Colin inamovible en su sitio, con ambas manos sobre la mesa y las mangas de su camisa remangadas. Su madre cerró sus ojos; era lógico que la idea le entristeciera profundamente.
-¿Cómo que te vas a volver a largar? ¿Estás mal de la cabeza, Colin?
-¡Freya! -reprendió su madre.
--Tu no lo entiendes, el gobierno ha llegado demasiado lejos con esta guerra y yo no puedo permitir que...
-¡Oh por favor! Sigues siendo el mismo arrogante y egocéntrico de siempre.
-En realidad tu eres más arrogante que él... -mencionó por lo bajo Pierre.
-¡Cállate Pierre! No estoy hablando contigo.
-Freya por Dios, cuida tus modales. Hablaremos de esto luego, quizás no es una decisión tajante. Has de pensarlo aún, ¿no es cierto hijo?
-No tengo opción madre. Debo hacerlo, el ejército pelea por una razón que ha perdido su justificación y no me puedo quedar de brazos cruzados.
-Y desde cuando mantener la colonia en Argelia supone una razón sin fundamento. Me parece que a nivel político tiene suficiente peso -mencionó Henri bebiendo de la copa.
-Pues si estás a favor no te veo allí luchando. Al contrario, pasas el día fumando y bebiendo whisky con tus amigos intelectuales y leyendo libros ¿no?
-Se llama educación. Si tú hubieses querido también podrías haberlo hecho en vez de enlistarte para pelear como cavernícolas.
-Pues te están educando mal, los libros no te enseñan nada sobre la vida allá en el campo de batalla. Los libros no te dicen nada sobre la vida como es para personas como yo. Todo esto se ha salido de control, el gobierno ha comenzado a utilizar prácticas de la época de la gran guerra, tortura, masacres indebidas...
-Y ese no es tu maldito problema, Colin. Déjalos que se maten con su estúpido patriotismo -explotó Freya aplastando con su puño la copa de cristal que iba a colocar en el puesto de Robert, los cristales se escurrieron de entre sus dedos ocasionándole un pequeño corte en la palma de la mano.
-Oh querida, tranquila. Te vendaremos de inmediato...
-Déjalo Grace. Sabes que no es necesario -. Todos los presentes sabían que la chica estaba en lo correcto. No necesitaba venda ni curación alguna; el corte comenzó progresivamente a desaparecer regenerando por completo la piel blanquecina de la muchacha. El único resquicio de que allí se produjo el corte era la mancha de sangre seca que se expandía a lo largo de su dedo pulgar. Candice comenzó a limpiar los trozos de vidrio que se habían repartido por el suelo; Freya ya se había marchado con el rostro lleno de ira.
-Debería ir y hablar con ella -mencionó Colin haciendo acopio de ponerse de pie y salir tras de su hermana.
-Quizás no sea lo más oportuno en estos momentos -dijo Etienne -Ella está molesta Colin. No puedes llegar y decirle que te vas a marchar nuevamente cuando has estado dos años fuera de casa.
-¿Es necesario que vuelvas a ir, hijo?
-Ya lo he dicho madre. Me marcharé en una semana -finalizó la discusión Colin.
Nadie se atrevió a decir nada más. Todos sabían que no podrían hacer que cambiase de idea. La vida había sido dura para él, tenía poco más de 40 años y a penas y representaba los veinte. Desde que su apariencia física había alcanzado la madurez se convirtió en un soldado sin igual y había liderado tantas misiones en la milicia como para conocer todas las tácticas militares de la época, para esos entonces el ejército le había requerido para defender la colonia francesa que existía en Argelia desde antes de que él naciera; tras más de dos años en los campos de batalla, sucedieron ciertas cosas que a Colin le cambiaron la perspectiva sobre el motivo por el cual estaba luchando.
Porque ahora, habían otros motivos en juego.
Una mujer.
Los exterminadores.
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Tiempos de guerras y amores prohibidos (paralizada)
RandomUn pequeño vistazo sobre la vida pasada de Colin Broussard, un Gorgona que nació en el año 1916 en Argelia, Francia y que posteriormente se trasladó junto a su familia humana a Marsella. Este personaje fue creado para un juego de rol y tanto su c...