Conjunto N°1

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La chica con cabello de corte mediano abrió uno de sus cajones y sacó sus jeans preferidos, los únicos que usaba para salir. Tomó una chaqueta negra entre sus manos y la dejó encima de su cama. Decidió no cambiarse la camiseta, pues no era muy informal, así qué sencillamente se colocó un brassier sin sacarse la prenda de arriba.

Luego de estar vestida se miró al espejo, lucía bien y eso nadie iba a negarlo, era un look muy casual pero esa chaqueta hacia parecer que no era un look para andar por la casa. Se arregló el cabello, luego salió de su habitación y se preparó un café. Lo colocó en recipiente térmico, que lo ayudaría a mantener el calor dentro y no quemaría a sus delicados dedos cuando intentara sostenerlo.

Salió de la casa para esperar el autobús que lo llevaría hasta su universidad, actualmente estaba estudiando para obtener una licenciatura en diseño de interiores y ambiente, pues aquello era lo que más le gustaba hacer. Su apartamento nunca era lo mismo, casi cada mes cambiaba el color de las paredes y remodelaba los estantes, también cambiaba las cortinas y las alfombras. Una vez incluso llegó a comprar un sofá nuevo "porque sí"

Buenos, buenos días. Qué tal amaneció nuestra bella chica? —decían a la chica de look casual por teléfono— Creo que hoy tenemos algo importante que hacer entre las tres.

Desperté bien, aunque me duelen las piernas —soltó un quejido— Momori, no creo que pueda presentarme hoy —luego de decir eso, con un dedo bloqueó la salida de audio de su teléfono porque estaba esperando un grito por parte de su amiga.

— Espera, que dijiste? —preguntó anonadada "Momori"— Mina, dijiste que no ibas a faltar a la presentación de hoy —al menos no le había gritado.

— Si, lo sé... —un suspiro se escuchó a través del teléfono— Voy a tratar, voy a tratar. Trataré de hacer que, que mis piernas vuelvan a estar bien para esta noche. Si? Te prometí que lo haría.

— Bien, te estaré esperando en la cafetería con Sana —"Momori" se quedó en silencio unos segundos— Besos, nos vemos en un rato.

La chica, ahora llamada Mina, viajó con el autobús público durante unos diez o quince minutos para llegar a su lugar de estudio. Bajó del mismo y soltó un suspiro, esperaba haber traído todos sus materiales para las asignaturas del día, si no, estaría muerta.

Puso un pie frente al otro y caminó hasta la cafetería, donde estarían esperándola Momori y Sana. Entró al salón donde todos comían y charlaban, y con sus ojos buscó a sus amigas, ambas estaban levantando las manos para que la chica pudiera saber donde se encontraban. Se acercó a ellas caminando un poco extraño, Sana hizo una mueca y se levantó para darle un abrazo.

— Como se siente la pingüina? —preguntó cariñosamente. A Mina le gustaban mucho esos animales, y por ese simple hecho ya se había convertido en un sobrenombre para ella— Me contó Momori que te dolían las piernas y si que se nota.

— Si, es por las clases de ayer —comenzó a explicar— tuvimos talleres en la academia desde las ocho de la mañana hasta casi las once de la noche.

— Hasta tan tarde? —cuestionó la otra chica poniéndose de pie— Qué no era hasta las cinco?

— Resulta que nuestra sorpresa era tener un taller con una bailarina extranjera, que por cierto bailaba muy bien, y con eso se extendió el evento —Mina se sentó, a penas, en la banca y apoyó sus codos encima de la mesa— Pero creeme que valió la pena.

— Hoy sales temprano de clases, no? —Sana tomó asiento a su lado— Sería bueno que vayas a descansar. Así te recuperas para luego bailar con nosotras! —dijo con emoción.

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