Los días viernes son oro puro para Yoongi. Se alejaba de su aburrida rutina e iba en busca de tranquilidad, sin niños de primaria que le sacaran canas verdes (aunque tuviera ya 24 años recién cumplidos), de su insistente madre y constante papeleo de la escuela en donde trabajaba. Tomaba su auto y ponía el volumen hasta el tope, abría la ventanilla y partía a ningún punto en concreto.
Y excedía el límite de velocidad.
Es por eso, que ahora intenta convencer al policía que anota la suma de dinero que deberá pagar en su libreta, mientras Yoongi solo puede verlo sentado en su sitio, tentado a subir la ventanilla y arrancar. Aunque eso implique atropellar a la fila de patitos que avanza por la carretera.
—Venga, podemos charlar de adulto a adulto... —intenta una vez más usar sus habilidades de negociación pobre, apoyando la barbilla sobre el borde de la ventanilla—. Ya sabe, llegar a un acuerdo... Como adultos que somos.
—¿No eres una clase de adolescente que con complejo de Dominic Toretto o el rayo mcqueen? Tienes aspecto de uno, muchacho. No debes mentirme —con eso Yoongi puede asegurar que ni se tomó el tiempo de ver la fecha de su cumpleaños en su licencia de conducir.
Suspira, derrotado. Ya daba por hecho que debe organizar el dinero del mes; conocía a esos tipos. Te dejaban en la quiebra con tan solo una multa.
—Aunque...
Levanta la cabeza rápidamente, con los ojos bien abiertos, a la espera de que el policía siga hablando. La esperanza era lo último que se perdía si es que no existía un "pero".
O un "aunque", en su caso.
—¿Has oído hablar del servicio comunitario? —el señor guarda su bolígrafo en el bolsillo de su chaqueta y sonríe, casi siniestro, en dirección a Yoongi. Este lo mira con más atención y asiente con duda—. ¿Y de los alcohólicos anónimos?
—Espere, señor, se está confundiendo. Yo no estoy ebrio —lo interrumpe, ceñudo. Y es que no había razón para insinuar que se pasó de copas. En toda su vida, no había probado ni una gota de alcohol—. Si quiere puedo salir y saltar en un pie. Le aseguro que no me verá romperme el hocico o la pierna en el primer intento.
—No, no me refería a eso, muchacho. La ayuda comunitaria no abarca solo ir a recoger basura todo el día. También se envía a los presos o, en tu caso, a los que deben cumplir bajo un cargo de multa, a sitios como son los centros de ayuda a dar charlas. Ayudar a los que más lo necesiten y ese tipo de cosas —alza ambas cejas. El pelinegro dentro del auto lo mira confundido, con toda la información retenida y haciéndose una idea de lo que el policía quiere proponerle. O imponerle, más bien, porque sabe que no se salvará de esta.
Suelta un suspiro, cambiando su expresión por una de cansancio.
—¿Quiere que le de charlas a un grupo de alcohólicos o qué?
—No solo charlas —le da una mirada rápida a su identificación—, Yoongi. Se trata de ayudarlos realmente. El objetivo aquí es que no terminen comprando una piscina de cerveza y se ahoguen en ella.
—¿Entonces qué?
El señor arranca la hoja en la que estaba escribiendo y se la extiende a Yoongi, bajando un poco su gorro en señal de despedida.
—Ve a esa dirección el viernes y lo sabrás —el pálido guarda la hoja a regañadientes en la guantera del auto y está dispuesto a irse y olvidar todo el tema, pero el policía sigue ahí, observándolo tan directamente que da hasta miedo—. Tengo la placa apuntada. Si no vas, la multa será el doble y después el triple y-
—Okay, okay, ya entendí. Ahora, ¿puedo irme? —Yoongi fuerza una sonrisa, enseñando de más sus encías.
El señor asiente, retrocediendo, dándole el pase que el pelinegro necesita para pisar el acelerador y dar con su fuga definitiva a casa.
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Dizzy Fate [Yoonseok]
FanfictionYoongi debe dar servicio comunitario a cambio de no pagar una multa por exceso de velocidad. Su única labor es ayudar a un alcohólico anónimo, pero las cosas se salen de control y pronto Yoongi se ve envuelto en una larga fila de aventuras y mucho...