Vino de cereza

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La botella de vino se resbala de entre sus manos mientras trata de mantener el equilibrio, la ropa le pica en la piel y la habitación parece dar vueltas, se tira en la mullida cama sintiéndose de repente demasiado excitado, se saca la ropa deportiva presurosamente, las prendas se pierden entre las sábanas, la blanca mano de Seung viaja por su pecho nerviosamente, dedos temblorosos se internan dentro de su ropa interior.

Sabe que está bajo los efectos del alcohol y que quizá no debió beber esa última botella pero el amargo sabor a licor le ayuda a soportarlo o eso es lo que cree.

El liquido agridulce embota su mente, eufórico y desinhibido se deja llevar tratando inútilmente de calmar su calentura, su mano sube y baja por su miembro haciéndolo estremecer, ansioso introduce un dedo en su entrada, lo mueve frenéticamente buscando su punto, los minutos pasan y el añade otro y luego otro mas chasqueando la lengua, sus dedos pálidos y delicados no son suficientes.

Su mente le regala la reminiscencia de los dedos largos y fuertes de Jean, chilla pataleando, los dedos entrando y saliendo bruscamente, tiene la respiración agitada mientras grandes gotas de sudor resbalan por su rostro.

Es una tortura y su cuerpo está ardiendo.

Impaciente busca entre la desordenada cama su olvidado móvil, marca de memoria el numero conocido pero nunca agendado.

Por un buen rato lo único que se escucha en la habitación son sus propios gemidos lastimeros, mientras trata en vano de terminar, nunca se había sentido tan necesitado y odia esa sensación.

Después de lo que parece una eternidad la puerta se abre con un sonoro click.

La voz de Jean resuena en la habitación y parece llegar de todos lados, Seung no puede pensar apropiadamente, su cuerpo quema como el infierno.

-¿Me escuchaste? has dejado la llave tirada en la entrada- reclama Jean -es peligroso alguien podría entrar y...- la voz se pierde mientras cae en cuenta del bulto que se retuerce cual gusano sobre la cama, traga saliva inconscientemente, las piernas de Seung permanecen obscenamente abiertas con tres dedos entrando y saliendo bruscamente causando un sonido de succión, su piel normalmente pálida se encuentra cubierta de sudor y enrojecida, aun en la oscuridad puede vislumbrar sus ojos llorosos.

Cuando hacen contacto visual el rostro de Seung se contrae en una mueca dolorosa.

-Por favor- suplica como lo ha hecho desde la primera vez, Jean se acerca curioso ante la situación y lo toma del rostro obligando a mirar.

-Estas ebrio- anuncia como si fuera un gran descubrimiento.

-Y tu comprometido- refuta el coreano molesto, la voz le suena pastosa y lenta -¿de dónde sacas la moral para juzgarme?- pregunta refunfuñando y  desesperado.

-Da igual- chasquea restándole importancia -Yo no me cojo a borrachos-dice alejándose, a pesar de su estado etílico Seung logra tomar el brazo contrario haciéndolo voltear, lo mira con el rostro mas deseoso que puede emular y deja caer las palabras casi sin querer.

"Solo por hoy hazme sentir que soy el único" ruega exasperado, pidiendo como lo ha hecho desde el primer momento.

Jean sube a la cama dando tumbos hasta terminar encima del cuerpo cálido que observa desde arriba, sus manos recorren tortuosas, lentas, el pecho increíblemente blanco y terminan en el delicado cuello con una sonrisa ladina ejerce presión cortando un poco el aire, solo lo suficiente.

-Pídemelo correctamente-dice en un tono condescendiente sus palabras y sus ojos son tan fríos pero las manos en su cuello queman como ron al fuego.

La parte racional de Seung se queja y retuerce, el no te quiere clama su mente, no importa qué tan duro lo intentes nunca serás más que uno de los juguetes de Jean. La presión en el cuello parece aumentar y toma la salida más fácil, sabe que no es sano pero lo quiere todo -Por favor, papi- la voz sale en un hilo apenas audible y cuando la presión en su cuello disminuye inspira hondo como si estuviera a punto de lanzarse a una pileta sin saber nadar.

Sin miramientos Jean entra completamente en la dilatada entrada de Seung que tira la cabeza hacia atrás gimiendo fuerte al sentirse lleno finalmente, el canadiense lo toma posesivo de la cintura comenzando un vaivén a ritmo descompasado, las venas se le llenan del más puro y simple egoísmo así que empuja, agarra, rasguña y marca la piel blanca a placer, besa cada parte libre del pálido pecho cumpliendo con el capricho ajeno, lo rompe por completo solo para volver a construirlo de nuevo, Seung suelta un grito yerro, se sabe un juguete, un objeto de usar y desechar pero no puede evitarlo, sonríe cómplice, dispuesto y un poco culpable mientras el futuro esposo de otra persona se desase en sus brazos.

Ninguno de los dos sabe cómo empezó todo ni como pararlo y ahora caminan sus días en la cuerda floja, volviéndose siempre en busca del calor ajeno tal como el perro vuelve al vomito y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

Los gritos de culpabilidad y vergüenza raspan su garganta mientras Jean mancha las sabanas con alguna otra, pero lo quiere y es un crimen que él no esté ahí la mayoría del tiempo.

Seung se deja llevar completamente responsabilizando al alcohol por sus acciones, sabe que por la mañana no podrá mirarse en el espejo pero en este momento poco le importa, lo único que necesita es la sensación de Jean presionándolo contra el colchón, sus brazos fuertes sosteniendo sus hombros, las manos rasposas recorriendo su espalda baja, embistiendo duro justo como le gusta mientras él se desvanece en gritos, lloriqueos y gemidos despreocupados. Abre sus piernas lo más posible y mueve desvergonzadamente sus caderas entregándose por completo, le ofrece gustoso la sangre bajo su piel y el aire de sus pulmones.

La noche pasa demasiado rápido.

Jean esconde su rostro en el cuello suave y delicado de Seung, sus fosas nasales se ensanchan oliendo el conocido perfume de la piel ajena, avergonzado evita mirar la cara lasciva del chico que se le entrega completo y de buena gana.

Jean siente que no merece verlo así, tan real, tan humano.

Le besa demandante, desordenado, salvaje y bruto, hay demasiada saliva y sangre que sabe dulce como vino de cereza, con duros y firmes movimientos en su final el beso se vuelve casi religioso, bebe delicadamente de los tintados y entregados labios de Seung, hace catarsis tratando inútilmente de borrar sus pecados, las manos le tiemblan entregándose a un contacto de labios inocente, sus labios se hunden cada vez que tocan los otros es suave, húmedo y delicado, todo a la vez.

-Te quiero- dice Jean y las palabras saben a herejía pero la idea de que alguien más esté en su lugar le hace enfurecer, es aterrador y maravilloso.

Seung contesta con un simple -yo también- creyendo que vale la pena, es divino y es lo que obtiene la mayoría del tiempo.

Al despertar del día siguiente evita poner una mueca ante el dolor que se extiendo por todo su cuerpo y las sabanas vacías con las ideas aclaradas y su sistema libre de alcohol, Seung sabe que no se puede conservar lo que no se tiene.


Vale pues vengo con este pequeño Oneshot, espero que les guste la pareja hace tiempo que tenía ganas de escribir algo sobre ellos.

Los quiere
Akivapotter

Cherry Wine [JJSeung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora