Hasta siempre Peter

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Luna se encontraba admirando el oscuro cielo cubierto de estrellas desde el techo de su casa. La noches cálidas se desvanecían de a poco dando paso a la fresca brisa del otoño. Soltó una bocanada de aire y el humo, casi imperceptible salió de su boca. Tomó la taza de té en sus manos y bebió algunos sorbos, eso y las mantas la mantenían calentita.

Solo faltaba una hora para el amanecer, había permanecido toda la noche allí sentada, oyendo música desde su reproductor y mirando fijamente, con la esperanza tatuada en la mirada, la segunda estrella más brillante del firmamento, esa estrella que ante sus más infantiles pero profundos deseos, la llevaría a Nunca Jamás.

Suspiró profundamente mientras volvía a depositar la taza en el frío y húmedo suelo de la terraza.

"Ya es hora de dejar de soñar y madurar" recordó las palabras que su madre repetía constantemente, «Sí, tal vez sea hora» susurro y se levanto del suelo mientras envolvía aún más la manta alrededor de su cuerpo y tomaba la taza dispuesta a bajar a su habitación para poder al menos, dormir algunas horas antes que el resto de su familia despierte.

-Adiós, Peter- giró sobre sus pies y caminó hasta la escalera.

-Nunca digas "Adiós" porque "Adiós" significa distanciarse, y distanciarse significa olvidar.

La joven volteó al reconocer esa frase y allí lo vio, su mayor sueño materializado frente a sus incrédulos ojos. Era él, podría reconocerlo en cualquier momento y lugar.

Vestía de verde lo cual lo asemejaba a un duendecillo, su iluminado rostro, sus pequeños y adorables labios color sandía, esa perfecta nariz ligeramente puntiaguda y algunas pecas esparcidas por sus mejillas. Sus ojos café y el cabello rojizo que caía a un lado de su rostro cubriendole la frente; y para terminar, el peculiar sombrerito verde adornado por una delgada pluma roja.

-¿De verdad eres tú? - preguntó Luna con sus ojos humedecidos por las lágrimas, luego de dejar la taza y la manta en el suelo nuevamente, se acercó a Peter y con su dedo pulgar acarició incanzablemente la mejilla del muchacho.

-Sí Luna, soy yo, Peter Pan, el único e inigualable - dijo este con ternura.

-Prometiste que no crecerías, juraste que tampoco dejarías que yo lo hiciera- una lágrima logró escapar de su celda recorriendo su mejilla. El chico la limpió con su pulgar mientras sonreía con una mezcla de melancolía y un sentimiento que no sabía explicar.

-Estoy aquí, he venido por tí.

-¿Es que acaso no lo ves, Peter? Ya es tarde, estoy a punto de cumplir dieciseis.

-Tal vez solo por fuera, pero, aún puedo ver esa chispa de esperanza e ingenuidad en tus ojos.

-Esperé durante toda mi vida que aparecieras por mi ventana, que Campanita me roceara con polvo de hadas y me extendieras la mano para volar hasta la segunda estrella a la derecha y hasta el amanecer.

-Y aún puedo hacerlo, estoy aquí- llevó la mano de Luna a su pecho - soy real.

-No hagas esto - dijo entre sollozos - debo madurar sabes, la vida sigue su paso y se pone cada vez más dura. Ya no puedo pertenecerte a tí y a los cuentos de hadas, debo salir al mundo cruel y espeluznante en el que me tocó vivir.

-No tienes que hacerlo, ven conmigo y Campanita a Nunca Jamás. Ya no habrá nada de que precuparse...

-Ya callate - él se alejo dando un pequeño saltito - ¿Por qué finges que te interesa Peter? Por qué cuando estoy a punto de darme por vencida y voy a dejarte ir, el universo conspira a mi favor y te apareces ante mí. Nunca vas a entenderlo.

-Porque es lo que necesitas - el joven se acerco a ella y puso ambas manos en sus mejillas haciendo pequeños círculos con su dedo pulgar. Lentamente se fueron acercando hasta sentir la respitación del otro a escasos centimetros. Y entonces se besaron, movieron sus labios lentamente y eso fue todo. Algunos segundos en el que el tiempo pareció detenerse - así se siente en Nunca Jamás, el tiempo no pasa. Por eso no puedo entenderlo.

-Eso no fue un dedal - dijo Luna sonriendo de lado.

-Lo sé.

-Gracias por mantener a mi niña interna con vida. Pero si no te dejo ir ahora, luego la soledad será inevitable. Nunca voy a olvidarte Peter- se alejo de él, recogió las cosas del suelo y se dirigió nuevamente a la escalera sin mirar atrás, porque sabía que si lo hacia, ya no podría superarlo.

-Nunca es demasiado tiempo.

-Exactamente.

-Oh, Luna- esta volvió a voltearse en dirección al chico - siempre mantén la ventana abierta, ya sabes, nunca dejes de creer.

-Gracias Peter, enserio.

Y asi terminó todo.

Peter regresó a la isla algo triste porque ella debía madurar, pero le bastaba con ser parte de sus recuerdos. Y Luna al fin logró cerrar el circulo vicioso que la unia a él y aceptar el hecho de que debía crecer. Pero eso ya no sería tan malo, porque cada vez que necesitara a Peter, él estaría en su ventana.

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Bueno, sé que a nadie le interesa pero, necesitaba decirle estas cosas a Peter...

Hasta siempre PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora