El roce de las ropas y los empujones constantes amenazaban con turbar la concentración con la que Silvana repetía la melodía que llevaba creando en su cabeza desde el principio del día.
Las notas empezaban a tomar forma en su cabeza, como si de una partitura se tratara, y todas se fueron acomodando en su respetivo sitio; claro, después de la clave de sol y el compás que marcaría todo el ritmo.
La, La, Do, Fa...no, mejor cambio el La por un La Menor, y el Si por un Mi; se dijo a sí misma en su cabeza. Sintió las cuerdas de su guitarra en sus propios dedos, y en el aire formó los acordes con su mano izquierda. Con la derecha, hizo un simple rasgueo que gustaba de repetir en sus diferentes creaciones. Arriba, abajo, golpe...
Imaginó el sonido y satisfecha, sonrió mordiéndose el labio para no llamar mucho la atención. Sonaba justo como deseaba que lo hiciera. Pegándole suavemente al tubo del que se sostenía para no caerse, marcó un tempo con sus uñas, y en una voz casi inaudible empezó a cantar.
«Me dices que voy en un rumbo diferente
Pero no sabes que eso significa
Que nuestro camino se elevará
Te digo, toma mi mano por lo desconocido
Acompáñame a ver las estrellas
Juntos, en una melodía compuesta por los planetas...»
Su burbuja explotó repentinamente cuando alguien la cogió del antebrazo y jalándola, la sacó por la puerta delantera del bus en el que estaba montada. Parpadeó varias veces tratando de enfocar el mundo a su alrededor, porque cuando se sumergía en la música, es como si viajara a un universo completamente diferente. Un lugar sin tiempo, apuros, preocupaciones. Solo su voz y sus instrumentos, llenando el vacío con el color, la energía que tanto le faltaba.
Sacudió su cabeza antes de que se volviera a perder en sus pensamientos, y frente a ella encontró al chico junto con el que iba en el transporte. Sus ojos cafés la miraban confundidos y recorrían su cara con cierta curiosidad.
— Silvana, ¿estás bien? Parecías un poco...distanciada ahí adentro—. Musitó Adrián mientras se rascaba el cuello.
—Sí, solo me distraje un poco—se rio apenada—. Mi casa queda a cuatro cuadras.
—Bueno, eso significa que entonces hablaremos por cuatro cuadras—el sonrió de medio lado mirando de soslayo a Silvana, para luego pasar su mirada al frente—Ayer vi un video chistosísimo de este actor de cine saltando la reja del zoológico y...
Las palabras de su amigo se disolvieron como si el aire se las hubiera llevado muy lejos. Silvana quería escucharlo, quería ponerle atención a sus palabras, que aunque por más que fueran bastante irrelevante y ella quisiera corregirle su grave error, venían de esa voz.
Sí, definitivamente la vibración del tono de voz de Adrián tenía un algo que la atrapaba con su solo timbre. De tanto escuchar ese tono áspero que se le escapaba en algunas palabras, cada vez le entraban más ganas de usar su voz como el cantante principal de una sinfonía coral. Aunque también podría ser... ¿sabría rapear?
Inevitablemente, se fue por la primera opción y casi podía advertir el temblor en su pecho de oír a una voz tan preciosa cantar. Se lo imaginaba en inmensos teatros cantando en las tonalidades más diversas y encantadoras, desde graves piezas de suspenso puro a canciones rapidas llenas de movimento y emoción. Así como la apariencia de su amigo no parecía de la época actual, su voz rogaba por estar en otro escenario, uno más viejo, más puro, más fantástico. Silvana dejó que sus dedos se apoderaran de las teclas del piano que su pierna simulaba ser. La, Fa, La...algo está mal...cierto, va con La sostenida.
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Muéstrame el mundo en un Dos por tRes
Teen Fiction-Entonces, ¿qué eres, Silvana? -Soy quien captura en una pantalla los lugares más remotos. - ¿Entonces eres fotógrafa? -No. Yo soy quien llena de color los lienzos vacíos que nadie quiere colorear. -Una artista, impresionante. - ¿Qué? No. Yo plasmo...