Aquel hogar solía pertenecer a un
amable anciano llamado Hugo Thompson, debido a su edad había muerto
hacía unos años atrás. La casa había quedado abandonada desde entonces,
su mal estado llamaba tanto la atención, que mi madre solía decirle a mi
hermano menor, David, que si no se acababa toda la comida lo dejaría en
la casa embrujada, refiriéndose a la de nuestro antiguo vecino.Las noches de invierno son duras, más cuando la lluvia cae de
madrugada. Di mil vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Un
escalofriante ruido en la ventana me sobresalto. Fue como si alguien
hubiese rasguñado el vidrio. Me convencí a mi misma de que la rama de un
árbol había causado aquello, pero en cuanto iba a acostarme de nuevo,
volví a escuchar el mismo ruido. Algo frustrada, me levante y camine a
la ventana, corriendo la cortina de esta me volví a encontrar con él.Sin importarle la lluvia en absoluto, estaba sentado en su ventana con
la espalda apoyada en el marco de esta. Ahora si distinguía sus rojos
pantalones. Y otra vez, sus ojos puestos en los míos. Sonrió de costado,
pero no fue una sonrisa agradable, sino más bien terrorífica.Solté la cortina dejando que volviera a tapar la ventana. ¿Quién era ese extraño?
Por la mañana todo mejoro, si bien aun hacía frío, el sol brillaba en
el cielo iluminando la casa. Baje a desayunar y me lleve una sorpresa...-¡Buenos días hija!
-Buenos días. -Dije aun adormilada.
-Te presento a Anne, nuestra nueva vecina. Anne ella es mi hija, Selena. -Me presento mi madre.La mujer que estaba parada en frente de mi madre, charlando con esta, me saludo amablemente.
-El gusto es mío. -Devolví el gesto.
-El desayuno está servido en la cocina. -Anuncio mi madre y yo me adentre en esta para comer algo.Allí me encontré con David, por como revolvía su cereal deduje que estaba nervioso.
-¿Que pasa? -Interrogue mientras comía.
-Esa mujer me da miedo. -Confeso refiriéndose a Anne. Yo reí.
-No seas tonto, ella y mamá parecen caerse bien. Ahora si comes algo prometo llevarte a dar una vuelta en bicicleta.
-Es que no tengo hambre.
-¡No me obligues a mandarte a la casa embrujada! -Intente persuadir.
-De hecho, ahora la casa embrujada está muy bonita.Lo mire extrañada y me moví un poco en el asiento para espiar la casa por la ventana de la cocina.
Mi hermano tenía razón, estaba bien arreglada ahora, bueno no era para menos, se encontraba habitada.
Volviendo a la excusa de la bicicleta, logre que David comiera al menos dos bocados.
Al mediodía, cuando el sol pegaba más fuerte y el frío disminuía unos
grados, me encamine al porche con mi hermano y sacamos su bici para que
anduviera.-Anda de esquina a esquina, y ten cuidado. -Advertí antes de dejar que empiece a pedalear.
Me aburrí mirando como pasaba frente a mí a cada rato, pero debía quedarme ahí porque mama no lo deja andar solo.
Dejando mi vista en un punto fijo, me perdí en mis pensamientos. Estaba
tan ensimismada que solo al pasar diez minutos me di cuenta que mi
hermano aun no volvía de la esquina izquierda. Comenzando a preocuparme,
camine algo apurada hasta allí, y no estaba. Luego camine hasta la otra
esquina y tampoco se encontraba allí. Cuando el sentimiento de angustia
empezó a latir en mi pecho, veo que la puerta de la casa de Anne se
abre y sale de ahí. Me acerque a toda prisa y me agache para quedar a su
altura.-¡David! ¿Donde se supone que estabas? ¡Me dejaste muy
preocupada!... ¿De dónde sacaste eso? -Interrogue en cuanto vi que
llevaba un helado de limón en su mano derecha.
-El me lo dio. -Señalo inocente a la "casa embrujada". En la puerta de esta, se encontraba el raro chico de anoche.La angustia fue reemplazada rápidamente por furia cuando vi en sus
labios una sonrisa burlona, parecía estar disfrutando de mi
preocupación. Esos intimidantes ojos parecían que estaban haciéndome una
radiografía.-Vamos a casa David. -Anuncie levantándome y llevando a mi hermano por los hombros.
-¡Adiós Justin! -Se despidió este de aquel odioso chico raro, Justin.
ESTÁS LEYENDO
Mi Vecino Es Un Vampiro
FanfictionAlli,con la ventana abierta de par en par, habia un chico. Un adolescente, mas o menos de mi edad, tenía el cabello arborotado lacio y castaño haciendo juego con sus ojos mieles... esos ojos que estaban clavados precisamente en los mios. Tenia una...