Chihuahero

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Miraculous: Tales of Ladybug & Cat Noir

Hoy presentamos.... Chihuahero.


Un nuevo y nítido cielo azul se adueñaba de París. Corría el aire fresco y los pájaros anunciaban con su canto el inicio de un valioso y precioso día. Han pasado dos días sin que un nuevo akuma hiciera de las suyas en la ciudad, y si éramos sinceros todo parecía marchar a la perfección, excepto para Adrien.

—¡Adrien! —decía una cosa negra flotante en frente del rostro de aquél chico rubio que parecía dormir plácidamente y balbucear entre sueños. — ¡Adrien! —volvió a insistir.

El estómago de Plagg, su kwami, rugía sin parar y comenzaba a desesperarse. Sin perder tiempo y sintiendo que desfallecía (o tal vez sólo exageraba como lo hacía siempre) se acercó a la oreja de su portador para poder gritarle:

—¿Dónde está mi queso? —se quejó.

Otros ojos verdes hicieron presencia en la habitación. Los sueños del chico habían sido interrumpidos y peor aún, su paz.

—Plagg, ¿qué hora es? —le preguntó mientras se acercaba al buró de su cama. Tenía los pelos parados y el tono de su piel había pasado de uno apiñado a un blanco fantasmal.

—¿Y eso qué importa? —Le respondió el pequeño gato— ¡Tengo hambre!

—¡Cielos, Plagg! —Exclamó Adrien parándose de la cama— ¡Es tardísimo! En media hora Nathalie vendrá a verme.

Adrien buscó entre su armario su ropa casual y tomó sus cosas para darse una fugaz ducha. Era sábado y a pesar de que para muchos significaba descanso para aquél muchacho le era sinónimo de trabajo. Esta vez tendría que acudir a una sesión de fotos de la campaña de moda de su padre, el famoso diseñador Gabriel Agreste, en la cual tenía la temática de adopción de animales. Eso le animaba un poco, pues significaba que la monotonía de las sesiones se interrumpiría esta vez y podrían estar al aire libre y con algo que le emocionaba mucho: animales. Animales reales y no como el que tenía en casa y que por cierto, era un glotón.

Salió ya listo del baño y secándose el cabello. Miró tirado en el piso a su dramático kwami.

—La luz... veo la luz... —murmuraba estirando una de sus... extremidades hacia el cielo y hacía como que daba un último suspiro.

—Ten, toma tu feo y oloroso queso —le ofreció Adrien tapándose la nariz y sacando de un pequeño empaque un trozo de queso Camembert.

El kwami "revivió" y levitó velozmente a tomar y devorar aquél trozo. Adrien pensaba cómo es que podría comer ese queso con un olor tan... intenso. Y peor aún, cómo es que él soportaba oler así.

Unos suaves golpes se escucharon en la puerta.

—Adrien —se escuchaba desde afuera.

Esa voz era de Nathalie, la asistente de su padre.

—Escóndete, Plagg —le dijo Adrien abriendo su camisa para que su kwami se ocultara debajo de ella.

La puerta se abrió sin previo aviso y el chico ofreció una sonrisa inocente.

—El fotógrafo ha llegado —anunció la mujer de cabello negro con un mechón en el fleco de color rojo y bien vestida— puedes bajar ya.

Asintieron y los tres bajaron a la estancia de aquella gran mansión. Al llegar se pudo observar a un hombre de estatura baja, piel morena, pantalones negros con una playera blanca y el cabello negro chino alborotado. Portaba una mochila de igual manera negra en la cual traía su cámara y demás herramientas y con él, una curiosa compañía.

Chihuahero - One Shot MLBWhere stories live. Discover now