Eilyn era uno de los demonios más temidos en el infierno, su encanto y belleza la hacían irresistible a cualquiera que mirara sus ojos, ojos de un verde grisáceo tan profundo que sentías que miraba tu alma. Ella fue encargada de hacer caer a Miguel, el guerrero de Dios, el único ángel capaz de derrotar al Supremo. Miguel tenía una misión de igual importancia, derrotar a Eilyn para que nunca más hiciera caer a otro ángel, pero todo en aquellas misiones salió mal, a medida que se acercaban, más se atraían, más se gustaban, más querían estar juntos.
Al ver su fracaso decidieron huir, se fueron a un lugar donde sabían que ni Dios ni el Supremo los encontrarían. Tuvieron que adaptarse, ocultarse, se hicieron pasar por simples humanos cuando era claro que no era así. Pasaron los años, seguían más enamorados que nunca, pero la calma se fue un momento cuando Gabrielle les hizo una visita; les contó sobre la guerra que iba a ocurrir, les advirtió que tenían que esconderse, pero que, en su momento, la pequeña niña que Eilyn tenía entre brazos iba a ser la única salvación de la Tierra.
Eilyn se negó, su pequeña no podía pasar por eso, se fueron lejos, lejos de Gabrielle y sus noticias, no querían saber nada de sus mundos, ahora eran nuevas personas en un nuevo mundo, pero el pasado nunca te deja atrás. Miguel fue donde un brujo, le pidió un hechizo de protección, uno lo suficientemente fuerte para que la pequeña Emma no sufriera las consecuencias de sus actos. Se hizo, la niña estaba a salvo, pero no duraría para siempre.
El efecto iría desapareciendo, lo sabían, por eso la protegían aún más, siempre se mudaban cada tres años, así no los encontrarían, las palabras del arcángel mensajero no serían cumplidas, así pasaron los años, una familia feliz, en un mundo feliz, sin saber que los problemas estarían a la vuelta de la esquina.
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El último aliento de la humanidad.
General FictionEl ángel más hermoso se enamoró del demonio más temible; la ira cayó sobre ellos, fueron confinados en la tierra, en el mundo de los mortales, adaptaron sus vidas como si fueran parte de ese mundo, donde las personas caminaban bajo un sol inerte en...