His Blue Hat

162 21 3
                                    


El combate contra el líder del gimnasio de Ciudad Canal no iba nada bien. Piplup estaba a unos movimientos de caer debilitado y la tormenta de arena provocada por el Steelix de Acerón solo empeoraba la situación. Ordené a Piplup realizar un Rayo Burbuja pero no fue suficiente para agotar al Pokémon enemigo. Aunque no fuese del todo eficaz, Piplup se desplomó abatido, por lo que lo devolví a su Poké Ball. Todavía seguía sin conseguir la medalla Mina.

Tras desatar una carcajada, Acerón se compadeció de mí.

—¡Qué pena! Pensaba que hoy te entregaría la medalla pero se ve que no. ¡Vamos, sólo tienes que entrenar un poco más, ya verás que como lo consigues! Yo entrené a mi equipo en la Isla Hierro, ¿por qué no vas allí?

Había oído hablar de la Isla Hierro, no parecía un lugar muy seguro, aunque tenía entendido que muchos entrenadores entraban en aquel lugar para hacerse más fuertes. Me lo pensé por unos momentos.

—No lo sé, podría perderme dentro, además, parece... Bastante oscura. —respondí algo insegura.

—¡Vaya, pequeñaja! ¿Es que te da miedo la oscuridad? —preguntó desafiante.

—¡No soy pequeña! —cerré mis puños un poco molesta. —Y tampoco me da miedo la oscuridad, tan sólo creo que no es un lugar un muy seguro, no obstante, ¡iré a la Isla Hierro, me entrenaré y al fin alcanzaré la medalla Mina! —levanté una de mis manos, emocionada.

El líder volvió a reír y enunció optimista:

—¡Esa es la actitud! ¡Venga! ¿A qué esperas?

Asentí decidida y después de ir a un Centro Pokémon para que mi equipo se recuperase, viajé hasta la Isla Hierro. Me encontré con unas escaleras, supuse que llevarían a la entrada de la mina así que las subí con cuidado. Justo como pensé, allí se encontraba la entrada, tragué saliva y apreté la correa de mi bolsa. «Vamos, Maya, ya no eres una niña pequeña, únicamente tienes que entrenar, seguro que a Piplup le viene bien este entrenamiento, tú puedes.»

Me dispuse a caminar para adentrarme en la gruta, sin embargo; una ráfaga de viento me sorprendió, cerré los ojos con fuerza y abracé al pequeño pingüino. Cuando el viento amainó Piplup escaló hasta mi hombro y volví a abrir los ojos, encontré cerca un gran sombrero azul. Me aproximé a él y lo cogí del suelo, lo sostuve entre mis manos algo confusa. Me planteé a quién podría pertenecer hasta que una voz me alejó de mis pensamientos.

—Disculpa.

Me giré en un segundo y me topé con el torso de un hombre, por lo que, levanté la cabeza para verle. Le interrumpí por accidente incluso antes de que pudiese articular una palabra.

—Perdone, ¿es suyo este sombrero?

El hombre, que iba vestido de forma elegante, con una chaqueta del mismo color del sombrero y un jersey oscuro, contestó con una sonrisa:

—Sí, así es. —le devolví el sombrero y él le sacudió suavemente el polvo. — Muchas gracias, señorita... — se quedó sonriente, en silencio, esperando mi respuesta.

—M-Maya. —tartamudeé un poco nerviosa— Me llamo Maya. —afirmé más segura. Era un hombre muy joven realmente. Me brindó una sonrisa, complacido, unida a una tierna mirada turquesa .

—Mi nombre es Quinoa, encantado de conocerte, pequeña. —colocó el sombrero con esmero sobre su cabeza y se inclinó ligeramente hacia mí. — ¿Eres entrenadora?

—Sí, he venido aquí por eso mismo. Y... En realidad, no soy tan pequeña. —bajé mi cabeza y nuevamente sujeté a Piplup.

No me gustaba que la gente me llamase pequeña. Creía que había crecido suficiente como para que me dejasen de tratar como una cría. Sin embargo; la sonrisa inocente de Quinoa me hacía sentir distinta de alguna manera, era muy reconfortante. Justamente, ahora volvió a mostrar el mismo gesto.

His Blue Hat || One-shot || IronwillshippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora