Luz primera

13 2 0
                                    

Luz de mi alma:

¿Recuerdas aquella vez en que vimos a un niño llorando porque su paleta helada había caído al suelo y de cómo nos reíamos al ver que tal escena fue causada nada más y nada menos que por él después de intentar que nada ni nadie perturbara su deguste?

Ahora comprendo cómo se sentía el niño y que lo mejor hubiera sido no reír. Quizás la paleta no se había perdido, porque no se había roto, sólo se había llenado de un poco de tierra y se había derretido. Así ha pasado con nosotros. Te he tirado, he causado que te derritieras, te has llenado de tierra y muy en el fondo hemos sabido que ha sido parte de mi culpa, y por eso, me entristezco al ver cómo al no recuperarte a tiempo te has derretido,  y te he perdido sólo por creer que la gente te hacía ver únicamente lo malo de mí.

¿Acaso es todo mi culpa o es en parte tuya? Sigo pensando que el error más grande que he cometido ha sido no dejarte ir a tu tiempo. Me quedé ahí cuando te ibas, me dejabas quizás en el piso, pero regresaba de nuevo a rogarte y nunca me levantaste. Pero seguía ahí, enamorándome de tu sonrisa, llenándome de luz con tus ojos. Y al final, aunque nos poníamos cadenas, siempre ibas tú a tu lado y yo siguiéndote, nunca veías que yo estaba detrás de ti, nunca notaste totalmente el amor que te profesé ¿o acaso lo hiciste?

Pero con tu marcha no espero decir que haya ganado o perdido, porque no se trata de eso, porque eso sería quedarse estancado en lo mismo una y otra vez. Se trata de aclarar que a pesar de que intento seguir adelante, sigues existiendo en mi memoria, en mis ojos y en mis oídos. Tan poco te veía, pero mucho te sentía, mucho te padecía y mucho te amaba.

Ahora, escuchando la música de la radio, te recuerdo, más viva que nunca, y le cuento al artista de nuestros sueños, de aquello que dejábamos de lado para querernos, de todo lo que hacíamos juntos cuando esperábamos a que dieran las doce, de todas las llamadas madrugueras que de una forma odiabas y de otra, amabas; de aquellas veces en que te hacía enojar sólo para poder decirte que te quería y de tantas experiencias que tuvimos juntos. Parecía oírme y plasmarlo en su obra, o parecía que yo escribía la canción, porque, a pesar de no contar mis sentimientos, también aparecían ahí.

Por eso, niña bonita, luz de mi alma, no espero tanto que vuelvas, sino que establezcas bien de quién la culpa es, para dejarme en el olvido o hacerlo antes yo.

Esperaré una respuesta que jamás llegará,

Santiago

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 25, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora