Quien me diría que encontraría un cuervo tan blanco y puro como ella, quien me diría que me enamoraría y moriría por ella. Aun recuerdo el día en que la conocí, el día en el que comencé a hablar con ella, en el que me enamore perdidamente y en el que la perdí para siempre. Aun recuerdo aquel día en el que nuestras manos se unieron, en el que nuestras sonrisas se complementaban una a la otra y en el que tus lágrimas caían por tu mejilla.
Siempre quise ser la primera persona en tu vida, para que me recordaras por siempre y siempre tuvieras presente que yo fui la primera persona a la que le quitaste la vida aun amándome. Otras veces borraba ese siempre de mi cabeza y me dejaba llevar por la idea de ser tu ultimo bocado; aquel bocado que te lo perdonaría todo y que te dejaría que te llenaras al completo con él. ¡Porque realmente tú eras todo lo que había deseado en estos dieciséis años de vida!
¡Vida! Así es como lo llamaba la gente, un par de hechos que se suceden noche tras noche y mañana tras mañana. Sin descanso, sin miedo a equivocarse. Momentos en los que no sabes cómo borrarlos de tu cabeza y otros que se borrar sin quererlo. Sucesos que te marcan para siempre y que hagas lo que hagas nunca desaparecerán.
Si, la vida es eso para mí. Es un constante recuerdo en ti, en tus caricias, en tus besos y en cada bostezo que emitías cada mañana. Me es imposible arrepentirme por cada día a tu lado o cada abrazo que te daba mientras me contabas como gritaban tus padres.
Tu vida era muy distinta a la mía. Era un cumulo de notas graves que se intercalaban entre mis extrañas notas agudas, que siempre borraban tus lagrimas para sacarte una tímida sonrisa. A veces maldecías el tiempo desde mi regazo y me preguntabas si realmente nosotras éramos las raras, las diferentes e inadaptadas a la vida.
Yo solo sabia revolverte el pelo y robarte besos para comprendieras que eras la única, que aquella habitación seria nuestro lugar secreto; donde el tiempo nunca fluiría y donde las miradas de la gente nunca te dañarían.
Eras tan distinta a mí, tan frágil y delicada. Me recordabas a aquellas pequeñas flores que se marchitan cuando llega el invierno y vuelven a florecer cuando sale el sol. Yo por aquel tiempo quería ser tu sol, el que te iluminaria cada noche y el que te protegería cuando tuvieras miedo.
Quería derretir toda la nieve a tu alrededor con mis manos, quería escapar contigo a el país de "Nunca Jamás" y nunca crecer bajo la mirada de los adultos. Aquellos adultos que no comprendían nuestro inocente amor y nos veían como cuervos.
Y es que así me sentía; como aquel cuervo negro que es tan pájaro como el resto pero que nadie lo acepta por ser diferente, oscuro y con un pasado aterrador. Ojala algún día mis alas se tornaran blancas como las tuyas y pudiera volar a aquel lugar donde tus padres te alejaron de mi.
Llevo años mirando a aquel mar de arena que se veía desde tu ventana y preguntándome si algún día tendré el valor de atravesarlo, de dejar esta cárcel llamada mundo e ir hasta el cielo; donde viven los pequeños ángeles como tú y en donde se permite amar con el corazón y no con la cabeza.
¡Te extraño!.
(586 palabras)
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Carta a una desconocida
Short StoryPara ti pequeño cuervo, que un día te convertiste en ángel. Este relato es parte del reto LGBT+ de @lgbtesp