Capítulo uno. - Soy esa chica.
~Soy esa chica que escucha música de los sesenta-setenta-ochenta-noventa, hasta la actualidad. Soy esa chica que lee libros y se emociona con ellos. Soy esa chica que escribe y ama los poetas y pianistas, que admira la naturaleza, odia la sociedad en la que vive al igual que los políticos, policías y militares. Soy esa chica que vive sola en una casa y nada social. Soy esa chica simple y misteriosa, pero a la vez sorprende.
~Voy al octavo grado, mi primer día, como no soy nada social llegue tarde por negarme a preguntar los salones. Estaba en frente de la puerta del salón, está se abrió. Vi un señor alto y moreno que me invito a que entrara, di pasos muy torpes y quede a un lado del moreno.
-Veo que eres nueva, ¿no te comunicaron que la entrada es a las siete? –Me pregunto en tono algo burlante. No respondí.- ¿Cómo te llamas? –Me pregunto.-
-María.-Respondí muy suave en su oído. Todos tenían plasmadas las miradas en mí, me puse un poco nerviosa.-
-Ve y siéntate en el pupitre que esta adelante del chico con peinado de ola. –Dijo y me dio un leve empujón para que avanzara.-
~Todos me miraban mientras me dirigía al lugar, en especial el chico, tiene una mirada bastante misteriosa, eso me causa escalofríos. El profesor hablaba, pero no estaba prestando atención. Tocaron el timbre, a lo mejor era el receso. Todos salían del salón observándome, mientras que el chico que esta atrás de mi asiento salió con dos chicas, los tres me miraron, las chicas reían, pero el chico, el chico fue diferente. Nunca salía a los recesos, no tenía con quien pasarlos, y cuando si trataba de evitarlo. Saqué un libro ‘Veinte poemas y una canción desesperada’ de Pablo Neruda, mi poeta favorito. Leía los poemas unas tres veces y luego pasaba a otro poema. Vi entrar a un señor piel clara y algo alto, de un momento comenzó a hablarme eh interrogarme.
-Hola. ¿Cómo te llamas? –Me pregunto bastante curioso.-
-María. –Respondí a penas.-
-Veo que te gusta Neruda… -Espero que esto no sea malo.- … ¿tu poema favorito de él? –Me pregunto bastante interesado.-
-‘Inclinado en las tardes.’ –Logré responder un poco tímida.-
-¿Me lo recitas? –Preguntó con bastantes ansias. Yo quiero hacerlo, pero tengo miedo a que me salga horrible. Pensé.-
-Está bien. –Conteste. Al señor se le dibujo una gran sonrisa en su rostro. Me abrió espacio para pararme y el se sentó en frente de mí bastante serio.-
-Hazlo como que si estuvieras en frente de un público. – Dijo mientras se acomodaba en su asiento. Dios, haré lo que amo hacer en frente de un espejo.-
-‘Inclinado en las tardes… -comencé haciendo ademanes.-…tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos… -Comencé a recitarlo un poco más profesional.-…Ahí se estira y arde en las más alta hoguera, mi soledad, que da vuelta los brazos como un naufrago… -El señor se acomodo un poco mas y su menton estaba sostenido por su mano.-…Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes, que olean como el mar a la orilla del faro. Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía… -Al señor se le dibujo una gran sonrisa al ver como intérprete esa parte.-…de tu mirada emerge a veces la costa del espanto. Inclinado en las tarde echo mis tristes redes a ese mar que sacude tus ojos oceánicos. Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas que centellan como mi alma, cuando te amo… -Aún no se le borraba su sonrisa.-…Galopa la noche en su yegua, sombría desparramando espigas azules en el campo. –Finalicé.-
~El señor con piel clara se paro del pupitre y unas pocas lágrimas salían de sus ojos mientras aplaudía y repetía a cada momento que estaba hermoso.
-Eres una de las pocas personas que ah logrado sorprenderme con este hermoso arte, te felicito y por favor, quiero que un día lo recites de nuevo. –Asentí con la cabeza y con una sonrisa en el rostro, una de las pocas que saco.-
~Nunca nadie me dijo eso, en serio fue hermoso, pero menciono que lo volviera a recitar, ¿públicamente? Oh no.
-Sigue leyendo tu libro. –Dijo y se fue mientras se secaba las lágrimas.-
~Tocaron el timbre para volver a entrar a los salones, como siempre todo mundo me observaba no muy agradable. Una hora después anunciaron que fuéramos al teatro, supuse que para presentar al personal. Yo veía mientras todos salían y quede de último, el profesor me miro dudoso y se acercó.
-¿Por qué no bajaste al receso? –Me pregunto. Seguí leyendo.- No eres muy social, ¿verdad? –Volvió a preguntar. Asentí con la cabeza.- Sabes, el chico que se sienta atrás tuyo te mira bastante, su nombre es Eduardo, cada vez que mira mucho a una chica es porque vio algo en ella, veremos que será. –Hizo una pausa.- Sabes, te dejaré aquí, se que conocerás a los maestros en clases así como es su actitud y eso. –Se fue.-
~Me quede sola de nuevo en el salón, pero esta vez no continúe leyendo, si no que me puse a pensar en lo dijo el profesor y lo que le cause al señor con piel clara, mejor no me concentro en eso, de paso estoy comenzando. Continúe leyendo, alguien abrió la puerta del salón, ese alguien era…