Mejores amigos

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  Marcus se quedó mirando a María, mientras ella, o se estaba durmiendo, o se hacía la cansada.

  -Si sucede un sabotaje en la recuperación de la señora María, usted será el responsable- lo amenazó Peters.

  -Entonces sí piensa que fui yo- le dijo indignado.

  -No, solo que hay que tomar precauciones- aclaró.

  -¿De paso no quiere suspenderme?- le reclamó molesto.

  -No, solo le estoy informando, por si hay gato encerrado no descubierto aún, que tome muy en cuenta la vida de esta paciente.

  -Soy cirujano- le reclamó-, salvo vidas, ¿Cómo se supone que esta la voy a acabar?

  -Ya nada se sabe- contestó y se dio media vuelta.

  -Ya es hora de la comida, ¿Va a querer que coma aparte para evitar problemas o puedo seguir con la rutina normal?- le preguntó sarcástico.

  -No, sí puede comer con nosotros- aclaró.

  Marcus asintió, y esperó a que salieran todos. Después amenazó a María:

  -Escúcheme bien, no sé qué clase de brujería usó conmigo, que mi vida está dando un giro completo, pero si es usted quien está provocando todo esto por una chiflason, necesito que me diga qué es lo que quiere, para poderla ayudar en su venganza- le explicó.

  -Lo que quiero es que pagues por lo que me hiciste- le dijo.

  -¿Cómo se supone que yo la apuñalé si estoy encerrado en el hospital de las doce a las ocho?- le aclaró un poco histérico.

  María se quedó pensando.

  -No sé qué fue lo que pasó, y no lo sabré hasta que me lo explique, ya que al parecer usted conoce mucho de mi vida, pero yo jamás la había visto.

  -Si no fuiste tú quien me apuñaló, fue uno de tus secuaces- le dijo sin prestarle atención a lo siguiente que dijo.

  -¿Secuaces?- preguntó exaltado e incrédulo-, yo apenas tengo una esposa. Ni hijos tengo, mucho menos secuaces.

  -¿No te acuerdas?- le preguntó sorprendida-, claro, no puedes ser sancionado si ni siquiera recuerdas haberlo hecho- le dijo.

  -Le advierto que si esto es otra chiflason suya no la voy a tolerar- la amenazó-. Mire, me voy a comer, si usted misma se desconecta para inculparme, le juro que a donde sea que nos vayamos después de la muerte, yo me encargaré para que no esté feliz.

  -Ahí está el verdadero tú- le dijo macabramente-, puede que seas tú el que esté fingiendo, ya que sigues siendo el mismo.

  Marcus la miró asustado. Después se alejó de la camilla de María y se fue a comer con los demás Doctores.

  Cuando llegó, vio a todos reunidos como siempre, pero algo en el ambiente había cambiado. Tal vez era él, o tal vez era su vida acomodándose, si es que lo que decía la señora era verdad. Respiró hondo y sacó la cartera de su bolsillo trasero, ahí sacó un billete de $50.00 y fue al mostrador a pedir agua de Jamaica y una milanesa con puré de papa. Pagó y le regresaron el cambio. Se dirigió a la mesa y se sentó a un lado de Estella. Los paramédicos estaban reunidos en otra mesa aparte riendo a carcajadas.

  -Muy bien su labor, señores- dijo Peters.

  -Oigan, ayer se escucharon gritos de terror casi al terminar nuestros turnos- dijo Estella casi riendo.

  -¡Ayúdenme!- imitó a María uno de los Doctores.

  Los demás rieron, excepto Marcus y Peters.

Recuerdos de mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora