LA BURBUJA DEL TIEMPO

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Nada. Nada de nada. . . Ni eritropoyetina, ni anfetaminas, ni creatina. . . ¡nada!. . . ni siquiera café. El sorpresivo ganador del Giro de Italia 2030 no tenía nada que fuera ilegal y que le hubiese ayudado a apalear a sus contrarios.

Juan Azaña se llamaba. Era de un pueblo perdido de Aragón, España y desde niño le gustó el ciclismo. Al morir sus padres, no tenía más de cinco años, lo que obligó a su tío, un profesor universitario de física, a adoptarlo y cuidarlo. El tío lo quiso como a un hijo, y fue él quien lo inició en el ciclismo.

No era ni buen ni mal ciclista. A veces hacía podio y alguna vez incluso ganó. A los 20 se hizo profesional y tuvo una trayectoria común, un gregario como muchos, miembro de un modesto equipo.

Pero a sus 28 años, algo extraordinario pasó. En una dura pendiente de la Vuelta al País Vasco en la que participaba y desoyendo las directivas de su entrenador, escapó del pelotón con una fuerza y velocidad nunca vistas en él. . . Primero estiró el grupo de cabeza hasta rezagar a todos y se fue solo rumbo a la meta sin dar la menor muestra de fatiga por los 160 kilómetros recorridos en la etapa. En la llegada, sus cuatro minutos de ventaja al que era líder de la carrera llenó a todos de asombro.

La sorpresa fue muy alegre para los que conocían a "Juanete" desde niño en su pueblo, pero la algarabía pasó a euforia cuando dos días después Azaña ganó la etapa final contrareloj por una diferencia de 3 minutos con el segundo. La forma de pedalear del ganador, ganador de la etapa y de la vuelta completa, hizo recordar a muchos al gran Miguel Induráin, quien cuarenta años antes fue considerado el mejor ciclista del mundo.

Luego de esta victoria, su modesto equipo se apresuró a ofrecerle el liderato de la escuadra. Azaña aceptó y empezó a prepararse para nuevos desafíos, muy distintos a sus labores anteriores de cargador de bidones de agua y alimento para sus compañeros.

Pasó el tiempo y el equipo de Azaña, el ignoto Patatas Vascas, recibió una impensada invitación al Giro de Italia 2030. La wild card estipulaba especialmente que la carrera quería tener la presencia del "Signore Giovanni Azaña" en la competencia. Un orgulloso Patatas Vascas se dirigió en pleno hacia Italia, en un largo e incómodo viaje en bus.

En la primera semana, el Patatas mostró la inexperiencia de sus integrantes, no acostumbrados a las grandes carreras, rodando siempre en los grupetos de cola y llegando a varios minutos de los equipos punteros.

Azaña tampoco hizo mucho: en la primera contrareloj perdió 10 minutos y quedó en el puesto 80 de la clasificación general.

Pero llegó la primera etapa de gran montaña: la subida al Gran Sasso.

La escalada de Azaña fue calificada por muchos de sobrehumana. Juan Azaña había batido el record de la subida y aventajado en 3:55 al líder de la clasificación general. El modesto aguador del Patatas ¡había provocado una pequeña revolución!

Los directivos de los grandes equipos amenazaron con retirarse si no se le hacía un exhaustivo control al ciclista español. Azaña pasó todos los controles sin dificultad.

Las victorias aplastantes se sucedieron: Espectacular llegada a Monte Cassino con 4 minutos de ventaja. Subida al Mortirolo , la etapa reina y final: 5 minutos de ventaja que le permitieron ganar el Giro.

Conmoción general. La conferencia de prensa que convocó la organización del evento con Azaña presente estaba repleta de medios.

Y comenzó la lluvia de preguntas para el sorprendente ganador del Giro.

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