Mi padre comenzó a tener problemas graves con su hermano. Tan graves que decidieron partir el terreno a la mitad.
La administración económica la llevaban separados.
Mi padre le vendía algodón a su hermano y mi tío le vendía toronjas.
El río pasó al recuerdo, la limpia de animales al olvido y nuestro mundo viajó al infinito.
Recuerdo que tenía como once años cuando una plaga cayó sobre el algodón. En vez de producir nubes blancas, brotaban nubes cafés. Cafés apagadas, sin vida, la magia había desaparecido de ellos, solamente quedaba una lucha en mantenerse. Mi abuela no podía separarlos porque se rompían y obtener hilos era cada vez más complicado.
Lo que algún día nos mantenía hoy perecía.
Mi familia perdió la sonrisa que nos caracterizaba, perdió el amor a la tierra y el deseo de producir. Todo se lo llevó el aire de un disgusto entre líderes que guiaban a una familia.
"Papá tiene que recuperar dinero y mostrarle a su hermano que él puede con el negocio " fueron sus palabras cuando me lo dijo..
Me dijo que tenía que ayudarlo con un cambalache. Dijo algo como:
" Don Julio, mi cliente, necesita que alguien le ayude con las cosas de su casa y me dijo que te quiere a ti.
No va a ser mucho tiempo. Te prometo que le voy a pagar rápido el dinero que me va a prestar para reactivar el rancho y para que tu regreses pronto, hija.
No quiero volver a hablar de esto. Mañana a las 6.00 am pasa Don Julio por ti"
¿Cómo eran capaces de hacer un trueque con su propia hija?
En ese momento yo no tenía idea de qué era lo que querían hacer conmigo. Simplemente pensaba que era lo mejor para el rancho.
Ahora sé que se llama " trueque de mujeres" y es algo que hasta la fecha se ve en Guerrero. Nada nuevo para la sociedad de esa época y mucho menos para ti lector.
Dicho y hecho, a las 6.00 am Don Julio estaba en la puerta se mi casa.
Se bajó de su carro, tomó mi mochila, me cogió de la mano y me subió a su coche.
El viaje comenzaba y otra vida también.