Capítulo 2

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La cena transcurre tal y como mi los McGregor y mi madre desean. Máx sólo se acerca a mi para presentarme algún socio o político. Este adorno no soy yo, soy una mujer que  sabe lo que vale y merece. Me levanto del estúpido sofá de reina que posee Mercy, me excuso con las damas que se encuentran a mi alrededor. Máx y mi madre no están dentro de mi visón eso significa que están lejos de aquí. Me encaminó a la puerta lo más rápido que  puedo. Josh por fortuna se encuentra al frente, le pido que traiga el auto, me responde que sería mejor irme en el auto con Dereck mi escolta personal. No sé en que momento llegó pero lo agradezco. Le indica que me lleve a casa y que no vuelva por ningún motivo. Le doy un abrazo fuerte a Josh y abandono  el lugar.

Al llegar a casa corto hacia mi habitación, al cerrar la puerta todo mi coraje y dolor afloran, arranco el ridículo vestido, el espejo me enfrenta como cada día,  recordandome que soy una mujer que lucha por sus sueños, por sus derechos, una mujer a la que el mundo de las leyes le abrió los ojos.

-Eres una cobarde Anastasia, cada dia te conviertes más en la mujer florero. Lo amas pero el amor a un hombre  jamás debe estar por encima de tu dignidad y amor propio- 

Me grito para no olvidarlo.

Mi teléfono comienza a sonar con una extraña armonía de llamadas entre Max y mi madre, Max, mi madre y así continúan. El sonido de alguien tocando en mi puerta me estremece hasta que escucho la voz de Dereck. Me entrega el teléfono y me informa que Josh necesita hablar conmigo.

-Josh ¿Qué ocurre?-

Le pregunto

-Tu madre esta por abandonar la fiesta. Maximiliano explotó frente a mí, estuve a segundo de destrozar su tonto rostro de niño bonito. Prepárate porque él va en camino. Su excusa ante los invitados fue que estas indispuesta. Ana, que Dereck no se separe de ti-

Su advertencia me desconcierta, Max jamás ha sido violento conmigo hasta esta noche que ejerció demasiada fuerza sobre mi brazo. Le indico a Dereck que bajaré a la sala y debe permanecer cerca.

Me recuesto sobre el fino sofá italiano de mi madre, con la ironia sobre una mujer de sociedad jamás haría eso. Cierto mis ojos un momento y pierdo la noción de la vida. Un grito lleno de rabia me obliga a abrirlos, al parecer me quedé dormida. Nuevamente los gritos resuenan por toda la casa. Me levanto llena de coraje.

-¿Quién te crees que eres para llegar a mi casa y gritar como un vikingo en guerra?-

Le grito de la misma forma que lo hace él. Su mirada está llena de enojo, camina a paso decidido sobre y sin esperarlo su mano se marca sobre mi mejilla, procando mi caída contra el suelo. Las lágrimas me invaden, mi mano toca mi rostro marcado por esa bofetada.

-Yo no soy tu juguete Anastasia. Soy un hombre y me respetas. Te amo, pero no estoy dispuesto a permitir que me dejes en ridiculo frente a los míos...-

No termina de hablar porque sus gritos son reemplazados por un quejido. Dereck golpeó a Max de La misma forma que él lo hizo conmigo. Dereck se acerca a mí y me que es necesario llevarme al hospital. Es hasta ese momento que me doy cuenta que mi nariz sangra. ¿Pero no me pegó en la nariz o Si? Me toma en sus brazos y salimos entre amenazas y gritos de mi futuro esposo.

Después de una minuciosa revisión y una hora de reposo, vamos en camino a casa. El único que llegó al hospital fue Josh. Debe sentir pena por mí. Al entrar a casa las risas de mi madre y Max me provocan náuseas. Quisiera salir por esa puerta y jamás volver. Sin molestarme en saludar comienzo a subir , hoy maldigo que la escalera sea enorme.

-Anastasia-

La voz de mi madre me obligaba detenerme.

-Ahora no madre, me siento cansada y no tengo ganas de hablar con nadie-

Le digo reanudando mis pasos.

-Max está en la sala esperando por ti. Así que baja y comportate. Al parecer no haz aprendido nada.-

Me responde con los dientes apretados. Estoy incrédula ante lo que acabo de escuchar. Bajo con paso decidió y llena de  coraje y dolor. Al entrar en la sala Max está en su habitual forma de sentarse esa forma que un dia me enamoro, los brazos extrenido sobre el sofá y la pierna cruzada, como si se tratara del Rey del mundo.

-Evitemonos los dramas y las explicaciones sin sentido y sin justificación. Nuestro compromiso queda cancelado. Gracias por mostrarme la clase de hombre que eres. Hasta nunca Maximiliano McGregor.-

Dama de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora