Capitulo Único.

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Maldito sea Otabek, o tal vez el verdadero culpable de su desgracia sea el imbécil de JJ. Sí, eso último tenía más sentido, aunque Otabek seguía siendo un cómplice.

Si bien Yuri Plisetsky seguía sin estar seguro de a quién debería patear cuando los viera el lunes en la universidad, estaba completamente seguro de que ninguno se atrevería a jugarle una broma de nuevo.

¿Qué fue lo que pasó?

Hasta hace media hora, Yuri estaba con su mejor amigo Otabek, y el colado de Jean (esos traidores). Habían quedado a medio día para conocer un nuevo centro comercial, perdieron el tiempo en juegos, cine y algunas compras, cuando menos lo esperaron ya era de noche y Yuri debía irse sino quería seguir preocupando a su abuelo.

Siendo ingenuo, dejó que sus amigos detuvieran un taxi por él mientras hacía una última parada al baño, al salir le dijeron que incluso ya le habían dado su dirección al taxista. Yuri se despidió de ambos y subió al automóvil, demasiado distraído con sus nuevas adquisiciones de animal print como para comprobar que el taxista iba por el camino correcto.

Inclusive no notó nada raro cuando el conductor anunció su llegada demasiado pronto, pagó la suma solicitada y bajó.

La vista que lo recibió al levantar la mirada lo dejó petrificado durante los indispensables segundos en los que pudo detener al taxi.

¡Esos hijos de puta!

Lo enviaron directo a un burdel.

Bueno, luego de fijarse bien se dio cuenta que no era solo uno.

Actualmente, llevaba media hora maldiciendo el no tener crédito suficiente para una llamada y deseando que la suerte le sonriera enviándole otro taxi, o que Otabek sintiera lastima por él y fuera a recogerlo en su motocicleta. Pero no, estaba varado en esa jodida calle llena de prostitutas y hombres y mujeres sin vergüenza.

Resignándose a que no ocurriría un milagro al seguir parado ahí, comenzó a caminar por la calle en busca de WI-FI, en cuanto lo consiguiera le enviaría un mensaje al cerdo, a Yuuri, para que fuera por él, aunque le doliera en el orgullo pedirle ayuda a su rival/amigo. Si tan solo su abuelo entendiera las redes sociales...

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Viktor Nikiforov observaba divertido como su mejor amigo, Chris, se movía con gracia y soltura sobre un tubo de pole dance, robándose la atención de los clientes y dejando a las verdaderas bailarinas opacadas y molestas.

Nos sacaran pronto, pensó Viktor al ver como una de las chicas, completamente harta de perder dinero a manos del insensato de su amigo, se dirigía con el encargado de seguridad.

Viktor le hizo una seña a su amigo, advirtiéndole sobre lo que acababa de ver, Chris le hizo otra, dándole a entender que podía irse sin él, al parecer el suertudo había conseguido un buen ligue con el cual irse cuando lo echaran.

Encogiéndose de hombros, pagó lo consumido y salió del lugar.

El frio aire de afuera le devolvió la suficiente sobriedad para ir recto por la acera y pensar a donde iría ahora. Podría intentar ir a alguna discoteca a probar suerte pero, a sus treinta y dos años, se sentía algo fuera de lugar en dichos sitios. Luego pensó que podría ir a algún otro bar y ver que ocurría.

Se decantó por la segunda opción y comenzó a caminar.

Fue ahí cuando lo vio, un chico de los más sensual, de ojos verdes combinados con un precioso cabello largo y rubio, que estaba recargado en una esquina y miraba a todos lados como buscando algo.

Por Bromas Y Casualidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora