|°•//harmione\\•°|

Tal como el metal al iman

Hermione Granger se encontraba en la biblioteca. Estaba sentada en uno de las grandes mesas de estudio pero algo no era como siempre, algo faltaba, era vital para ella poder saber que cosa faltaba que la hacia sentirse tan extremadamente sofocada o mas bien distraída. tenia mas de 20 minutos tratando de entender un párrafo en uno de los libros que le asignaron. Su mente estaba divagando. Por primera vez en mucho tiempo Hermione Jean Granger cerro un libro porque no era capaz de estudiar. El sonido de frustración de la castaña al empujar la tapa del libro, hizo que los demás que se encontraban en la biblioteca voltearan con miradas curiosas y otras algo resentidas, causando así un leve rubor en las mejillas de la castaña.

Hermione, con retenencia miro hacia la puerta de entrada, deseaba que por aquella puerta de madera fina y desgastada entrase aquel chico de ojos verdes y cicatriz en forma de rayo.

Necesitaba a alguien con quien Hablar, ese día estaba ansiosa, no había puesto atención a las clases y hubo un momento en que un maestro le pidió que pasara al frente y explicara la historia de las varitas de abeto y mencionara las demás en sus distintos materiales. Ella con gran dificulta logro siquiera pronunciar una oración causando risas y murmullos por parte de algunos de sus compañeros de otras casas

"Al parecer no es tan inteligente después de todo"- dijo pansy, una de los slytherin

"Mirenla, jaja el gato le comió la lengua"- murmuraban otros

Los demás simplemente se reian

La castaña nunca se sintió tan mal desde que Draco la había llamado sangre sucia y eso ya había pasado hace unos tres años.

No era que no supiera la respuesta, ella es la mejor bruja de todas después de todo, pero adelante suyo se encontraba los jodidos ojos verdes que le carcomían la mayoría de veces en sueños y no la dejaba dormir.
Harry potter la estaba viendo fijamente pensando y perdiéndose mas que todo en los ojos ojiambar, su vista paso de sus ojos hasta contornear la delicada piel, le miraba descaradamente cada detalle que podía. Sus cejas, sus pestañas, su característico cabello salvaje que hoy tenía atado a una coleta y se le ondulaba en la parte de abajo, su nariz respingada, su piel tersa y suave la cual parecía de un color parecido a la leche por la luz del aula, toda parte del cuerpo de hermione hacia atraer a harry a ella, tal como un imán al metal, sólo que el imán no se daba cuenta que tanta energía ejercía en el metal.

El maestro mando a sentar a la castaña algo decepcionado de que no supiera responder así que no tuvo otra elección que el explicarles la historia de la varita de abeto pero hermione no presto atención. en lugar de eso miraba a harry con igual descaro como el la había mirado hace un momento.

La joven bruja había apoyado su mejilla en su mano derecha y miraba atentamente la ventana de la biblioteca, no es que hubiera algo interesante que ver pero su mente estaba en ese momento imaginándose como seria poder sentir los labios de su mejor amigo, moviéndose al compás, uno con uno, como si solo fueran nacido para eso.
Estaba tan concentrada en su fantasía que no se dio cuenta que un peliazabache la estaba mirando desde hace rato. Se acercó a hermione con intención de sorprenderla pero al verla tan concentrada no perdió oportunidad para observarla. Para el, hermione era el paisaje mas perfecto que halla podido ver.

Y así estuvieron los dos, una con la vista pérdida en una fantasía y el otro observándola.

La castaña dio un Respingo al percatarse que harry potter la estaba viendo. La sangre empezaba a subir por sus mejillas y no quiso imaginarse el aspecto que tendría para el peliazabache. De pronto Recordó la fantasía en que estaba pensando hace un rato y estaba segura que el color de sus mejillas se duplico.