Misión

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  Resumen: Armin conoce a un Titán llamado Eren Yeager en la víspera de sus quince.

Otro fic hahaha, está vez se ambientará en el mundo original del manga, aunque con variaciones ad hoc a mi historia.

Decidí que Hanji será hombre porque me pareció divertido y bueno, está bien experimentar. Espero que les guste, no es un long-fic, si acaso tendrá de 10 a 12 capitulos.

Capítulo 1. – Misión

Armin tiene muchos miedos a cuestas, los carga sobre sus hombros, son un fardo de mierda que su paranoico abuelo ha sembrado en su psique con la finalidad de hacerlo lo más inútil posible. No es culpa del viejo, él realmente no quiere que Armin se vaya de su lado y la mejor manera de retenerlo es asustándolo con el mundo exterior, el que está afuera de las murallas, el mundo prohibido de las bestias gigantes o también conocidos como titanes.

- Pero recuerda que antes de las ocho las grandes puertas se cierran – le dijo su abuelo montándole en el caballo una pequeña bolsita de papel con emparedados de mermelada de durazno casera y fresas frescas para degustar en el camino.

Armin que es rubio y de bonitos ojos azules asintió.

Esa tarde sería su primera misión fuera de las murallas como auxiliar de médico bajo el brazo de Erwin Smith y el excéntrico Hanji Zoe, un loco que amaba a los titanes más que a los humanos.

Decían los chicos de la Legión de Reconocimiento que Hanji sería capaz de dejar vivos a los titanes en lugar de su escuadrón, por eso temían cuando eran elegidos para quedarse bajo el mando del General Zoe.

- Volveremos al antes de que caiga la noche – Armin repuso con sus ojos zafiro clavados en los de su abuelo, que curiosamente eran grises pardos como los de un gato montés.

- Dijeron que los titanes son estúpidos.

El abuelo de Armin sabía mucho de titanes y a la vez poco de supervivencia en los bosques. Armin sabía de ambos gracias a la escuela militar y al entrenamiento. Y los libros que el Comandante Erwin le prestaba para hacerlo más culto. Porque Erwin Smith sabía que la aterradora inteligencia de Armin Arlet era un don, un regalo de los dioses que iba a aprovechar enormemente.

El caballo de Armin partió a la escuadrilla de los gendarmes de cada unidad militar que mantenía en orden las tres murallas que conformaban su hogar.

A los quince años, todos los varones tenían el deber de enlistarse en la milicia para fungir diferentes roles, entre ellos había soldados, médicos, cocineros, policías, herreros, etc. La vida como militar era buena, recibían una paga para nada despreciable, comida y mejores servicios médicos, además tenían acceso a la educación.

Armin que era pacifista y de corazón noble no ansió pertenecer a la Legión de Reconocimiento hasta que no tuvo más opciones.

O se enlistaba o huía a los bosques donde seguro un titán lo devoraría. Aunque realmente no había pruebas de que los titanes comiesen humanos, ningún soldado había presenciado la muerte de sus compañeros, pero el Jefe Comandante Darius Zackly aseguraba que los titanes eran los enemigos de la humanidad. Y la reina, Historia Reiss no tuvo más opciones que seguir los decretos ya predispuestos de sus antecesores, y matar titanes era todo lo que tenían que hacer.

Para fortuna de Armin, él no tenía que mancharse las manos a menos que fuese necesario. Él sólo estaría en el campo de batalla por si se le requería, de no ser así, sólo iría como auxiliar de médico para salvaguardar a sus compañeros.

Realmente no le apetecía hacer uso del equipo de maniobras tridimensionales, era bueno manejándolo pero tenía miedo.

Los titanes eran gigantes de 4 metros en adelante. Él más alto media cerca de 60 metros, el titán colosal le decían. Nunca lo ha visto, aunque rumores dicen que es un cuerpo humano de músculos sangrantes y mirada penetrante que tiene un andar seguro.

- Bienvenido Arlet – le dijo Jean Kirstein que cabalgaba a su lado.

Jean es un chico de cabellera rubia ceniza, ojos de miel y sonrisa socarrona. Armin no lo conoce de mucho, fueron compañeros durante el entrenamiento pero no compartieron mayores palabras. Jean solía repartir comentarios hirientes y sinceros, siempre acompañado de Marco Bott, un chico pecoso, de piel morena. Algunos decían que era un sucio gitano, a Armin eso no le interesaba.

- Gracias Jean.

- No agradezcas, será mejor que me salves el culo cuando una de esas bestias gigantes me atrape.

El Comandante Erwin ha dado órdenes claras de avanzar a trote lento, no se han vislumbrado titanes al acecho. El objetivo de su misión es simple: tienen que recolectar legumbres y frutas, cazar animales y tratar de peinar zonas no recorridas. Nada más.

Nadie hablaba de matar titanes porque eso ya estaba prescrito en las cabezas de todos los reclutas. Armin pertenecía al escuadrón 104.

- No digas eso Jean, no te pasará nada malo. – Afirmó Armin como si lo creyera. Jean bufó a toda respuesta.

- Deja de soñar Armin, esta misión suicida de Smith es sólo para comprobar que esas cosas sin cerebro son máquinas de matar.

Armin se guardó sus comentarios. Él no creía que los titanes mataran a los humanos. Nadie dentro de las murallas quería averiguar el origen de los titanes ni sus propósitos a excepción de Hanji, el extraño hombre se había obsesionado con los titanes después de su primer encuentro, los había encontrado fascinantes y hermosos, según sus propias palabras.

El sequito de soldados era de diez, de cinco unidades en total repartidas en forma triangulas. Armin se encontraba en el medio, el Comandante Erwin al frente junto a Hanji y Moblit.

Estaba nervioso en demasía, sudaba copiosamente bajo el uniforme de la Legión. Su abuelo lo había manipulado tan bien acerca de los titanes que cuando escucho unos pasos resonar detrás de ellos, supo que no saldría con vida de esa misión o al menos no entero.

- ¡Titán! – escuchó la voz de un superior.

Armin echó una rápida mirada. Jamás había visto un titán en carne y hueso hasta ese día.

El titán era enorme, de unos quince metros aproximadamente, desnudo completamente; ojos dorados y pequeños, cabellera obscura, larga hasta el cuello, orejas puntiagudas y una sonrisa de dientes filosos. Trotaba tras ellos, y rugía como endemoniado.

Jean tomó las riendas de su propio caballo, Marco detrás del rubio lo siguió. Todos se esparcieron, todos menos Armin que azorado por el miedo se quedó admirando al titán, su caballo detuvo su galope.

Dios mío, que grande es.

El titán se detuvo también, a escasos dos metros de distancia, una brecha que lo separaba del soldado de hebras de trigo.

Rugió con más fuerza. Armin no espabiló cuando debió hacerlo. Se quedó enmudecido por la sorpresa y la impresión, lo último que recuerda es bajar del caballo y caminar al enorme gigante que con sus ojos desconfiados seguía cada uno de sus movimientos.

- Eres... muy grande realmente – atraído por el titán, Armin acortó la distancia.

Si uno baja la guardia, tráelo contigo.

El estúpido soldado que abandonó su caballo y su guardia le hizo el trabajo más fácil.

Rogue tomó a Armin de un rápido manotazo, el rubio esbozó un grito que murió en el aire y lo tragó. 

Mer bleueWhere stories live. Discover now