Empezar de cero

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EMPEZAR DE CERO

 Estoy mirando mis maletas, pensando en la nueva vida que me espera y en la que dejo atrás. Por los altavoces se escucha el aviso de que el Ave con destino Madrid ya está en el andén. Cojo las maletas y las arrastro hasta la puerta, subo, las coloco y me siento a esperar que empiece mi viaje.

 El destino elegido es Madrid, allí me espera Claudia, mi amiga de la infancia y la que me convenció de mudarme allí. La verdad es que aquí tampoco tengo nada que me retenga, solo mis amigos.

 Voy a Madrid en busca de una nueva vida, y sobre todo en busca de trabajo. Estudié traducción e interpretación, y lo único para lo que me ha servido es para traducir varios libros de instrucciones. Suena triste, pero es así.

 Miro por la ventanilla y observo la estación de Alicante. He sido feliz aquí y siempre puedo volver si las cosas no salen como espero.

 Me pongo los auriculares, conecto la música y me acomodo en el asiento. Veo como una chica morena corre por el andén tirando de una maleta rosa chicle enorme, sube acalorada, coloca su maleta junto a las mías y se sienta justo a mi lado. Me mira y sonríe. La saludo con un gesto y vuelvo a mirar por la ventanilla.

 El tren se pone en marcha a la vez que mi corazón golpea frenético. No sé porque estoy nerviosa, pero lo estoy. Supongo que es la incertidumbre de no saber muy bien si lo que estoy haciendo saldrá bien o saldrá mal, pero total, tampoco tengo mucho que perder.

 Llevamos más de la mitad del viaje cuando mi compañera me da un toque en el brazo para llamar mi atención, me quito los auriculares y la miro.

-Perdona que te moleste pero, ¿quieres un zumo? — me pregunta ofreciéndome uno de esos zumos de brick.

-No, gracias — le digo y sonrío.

-Me llamo Adriana — dice mostrando una preciosa y perfecta sonrisa.

-Yo soy Laia — levanto mi mano, pero ella se inclina y me saluda con dos besos. Por un momento me quedo parada, no es que no me gusten las muestras de afecto, pero si me resultan extrañas de alguien a quien no conozco.

-Laia, que nombre tan bonito, creo que no lo había escuchado antes.

-Bueno, por aquí es bastante común.

-¿Vas a Madrid de vacaciones, Laia?

-No, me traslado a vivir allí — contesto y aún me resulta increíble que vaya a hacerlo.

-¡Oh vaya, yo vivo allí! ¿Tienes familiares allí?

-No, solo tengo una amiga. Voy a buscar trabajo — le digo pensando que ojalá encuentre pronto algo ya que mis ahorros no van a durarme eternamente.

-Seguro que tienes suerte. ¿Qué es lo que buscas? — me pregunta y la miro durante unos segundos.

-Bueno, estudié traducción e interpretación, así que, me gustaría trabajar en algo relacionado, aunque la cosa está complicada.

-¡Todo está complicado! Pero Madrid es una ciudad muy grande, seguro que encuentras algo — me mira y sonríe. Es una de esas personas, que sin saber muy bien porque, te inspiran confianza desde el principio.

-Eso espero — digo guardando el mp3 en el bolso — Y tú, ¿a qué te dedicas?

-Trabajo como gerente en una empresa farmacéutica.

-¡Gerente! Suena muy bien...

-Sí, la verdad es que no me puedo quejar... Además es una empresa familiar y trabajamos muy a gusto — dice sonriendo.

CUANDO TODO ACABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora