“Sueño con pintar y luego pinto mis sueños”
Vincent Van GoghTodo comenzó con su pequeño bloc y los lápices de carbón que le había regalado su difunto padre y que pronto insuficientes para su gran imaginación, y por ende cambiados, por pinturas de acuarela y finos pinceles. Trazos irreconocibles, gruesos o demasiado delgados, temblorosos y malogrados, nada de lo que presumir, nada de lo que pudiese dilucidar entre sus memorias, dibujos como aquellos habían acabado en la basura apenas fueron terminados, no había espacio en sus estantes o paredes para el arte imperfecto y definitivamente él tenía que lograr que aquel retrato saliese perfecto, aunque realmente no sabía a quien se suponía que estaba dibujando.
Primero fue un sutil toque sobre el lienzo, luego mezcló con cierto cuidado los colores derivados del rojo para finalmente definir las suaves y esponjosas curvas de unos delgados labios sobre piel meticulosamente blanca y joven, lo suficiente para que la juventud se mostrara en los penetrantes ojos negro marfil que no se había detenido mucho en decidir; definitivamente una obra como aquella debía gritar por todos lados "mírame" e impedir que cualquier analfabeta del arte apartara sus ojos. JiMin se detuvo para contemplar su mejor obra hasta el momento, y sonrió completamente complacido, aguantando un gemido de placer a causa de la desorbitante emoción que se concentraba en su estómago y llegaba hasta sus calientes mejillas— Perfecto... —suspiró, antes de depositar un delicado beso sobre la pintura seca y volver a sonreír como adolescente enamorado.
Un poco más decidido y satisfecho, tomó su celular y la luz de la pantalla lo encandilo un poco, hizo una nota mental de bajarle el brillo en un futuro pero la descarto al instante al recordar que no había más brillo que bajar. La hora marcaba las 4.03 de la madrugada y un poco indeciso giro su rostro para encontrarse con las sábanas blancas de su cama cayendo por un costado hasta tocar el suelo, para luego regresar su vista hacia el retrato a medio terminar y encogerse de hombros, ante lo pesado de sus párpados, decidió que hoy tampoco dormiría, un día más, un día menos ¿Quién los cuenta?—. Cuarenta y tres horas, JiMin. Nuevo récord —bromeó, a sabiendas de que nadie se reiría de sus chistes nuevamente, por lo menos no desde que su último amigo se había marchado a New York a perseguir sus sueños. JungKook era un chico joven y guapo, con una voz increíble prolijamente cuidada con los años. Ellos habían compartido toda su infancia juntos, no podrían considerarse como "inseparables" pero si podían contar con el otro cuando las cosas salían mal y necesitaban de compañía.
JiMin no era cariñoso ni muchos menos sociable, muchas veces le habían tratado de insensible y mal nacido por ser demasiado directo con sus palabras, aunque realmente no tratara de ofender a nadie. Más sin embargo, JungKook solía reírse de todas esas cosas que la gente odiaba de él y eso le hacia sentir bien. Aún recordaba el día en el que una chica se le había confesado y él le había dicho que no le gustaba la forma poco prolija de su cara o como una de sus orejas parecía más grande que la otra. Para que decir que recibió la cachetada de su vida pero realmente no fue su culpa que ella le preguntara "JiMin oppa, ¿Qué piensas de mi?" ¡No había sido su culpa! y para JungKook había sido lo más gracioso que había presenciado, lo más probable es que su expresión confundida y totalmente desorientada fuera un factor clave para que su amigo se echara en el piso y casi comenzara a llorar porque no podía parar de reír. Esa anécdota solo era una de varias que sufrió en sus locos dieciséis años de edad y que en la actualidad, con veintitrés, aún no entendía del todo.
Sonrió melancólico, dando otra pincelada más sobre el lienzo y por unos segundos, cuando sus ojos hicieron contacto con los ojos negros de la pintura, pareció que esta cobraba vida y pestañeaba como una persona normal lo haría. Retrocedió un poco nervioso y se frotó los párpados con la punta de los dedos, quizás no dormir le estaba afectando otra vez, porque no era la primera vez que pasaba; si no era en medio de un retrato que tenía grabado en su mente era en medio de sus sueños, donde la persona que pintaba en estos momentos le llamaba y le incitaba a mantenerse en vela la mayoría de las noches desde que tenía seis años. Su madre se había preocupado por él y por su extraña obsesión con dibujar el mismo rostro una y otra vez, y sin saber que hacer y un poco asustada por su comportamiento, lo llevo al psicólogo pensando que le habían violado o algo así y que él se encontraba dando señales sutiles para que ella se diera cuenta. Definitivamente demasiadas teleseries, lastima para ella que su obsesión no se debía a ningún trauma psicológico y sinceramente a él le gustaba así.
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El Artista➧Ƴɱ
Fanfiction▬ JiMin tiene una extraña obsesión. JiMin no puede contenerse a si mismo. JiMin no puede parar de pintar el mismo rostro una y otra vez ...▮ JiMin es un artista. ➥Pareja principal: YoonMin. ➥Extensión: 1 capítulo (Oneshot) ➥Advertencia: Sin corregi...