Las estrellas fugaces se están muriendo.
Las estrellas del cielo se están cayendo y nadie hace nada por salvarlas.
¿Quién va a cumplir los deseos de los niños si cada noche su número mengua?
¿Quién va a bendecir los sueños del demente si la noche pierde su luz?
Decídmelo, pues, porque todos somos culpables de gastar las estrellas, deseando cosas imposibles, soñando lo que no tenemos en vida.
¡CULPABLES!
De que el niño se vuelva adulto.
De que el loco se quede cuerdo.
No deseéis, no soñéis.
Porque aún mi estrella fugaz no ha caído.