Ahí me encontraba, en un vacío infinito sin saber a dónde ir, ni cómo salir. Yo corría, corría y no llegaba ninguna parte, me sentía perdido, desorientado y con miedo.
Miré mis manos y no las vi, posiblemente por la oscuridad infinita que me cubría como una manta en una fría tarde de invierno. Realmente ya no sé si existo o no.
Intenté seguir corriendo pero de repente algo se aferró a mis piernas y me jaló hasta que empecé a sofocarme en... ¿Agua? ¿Estoy en un océano? Mis ojos se cerraron por el agua porque jamás he podido abrirlos bajo el agua. Pude nadar hasta la superficie y por fin, vi dónde me encontraba, no mucho por desgracia ya que estaba en una cueva húmeda y oscura, unas plantas fluorescentes brotaban de las paredes e iluminaban en gran agujero en el que me encontraba. Caminé por un pasillo estrecho que estaba al fondo de la cueva hasta que vi una luz, apuré el paso para poder entrar a lo que yo suponía, era la superficie.
Salí y de repente me encontré en un mundo fantástico, pude ver cosas que jamás imaginé, plantas realmente extrañas, violetas, amarillas, con flores hermosas que se cierran al tocarlas. Árboles enormes, con un tronco en espiral y hojas frondosas, es algo realmente hermoso.
Caminé viendo el hermoso paisaje, de vez en cuando veía insectos volando o en los árboles, césped de colores y nubes que pasaban muy cerca del suelo, unos peñascos de roca con enredaderas y minerales celestes, parecían diamantes. Continué caminando por esta zona llena de rocas, en la que a lo lejos se divisaba una pequeña montaña con una gran entrada de mina, con un sistema de vías que bajaban por la montaña. Me aproximé a esta entrada a ver si encontraba a alguien.
-¡Hola!- Dije intentando alertar a alguien, pero nadie contestó.
Vi que era bastante amplio y profundo, pero limpio e iluminado con antorchas que ya estaban encendidas, curiosamente el fuego era de color morado. En fin, un lugar bastante confortante.
Cuándo seguí adentrándome en la mina vi diversos materiales, ninguno que conozca o haya visto jamás, eran realmente hermosos, de figuras geométricas perfectas. Más en el fondo había puertas cerradas en una pared, intenté abrirlas sin suerte, hasta que una se abrió y era una habitación muy hermosa, una cama enorme con almohadas de pluma, un escritorio barnizado con unos planos de la mina sobre ella, una mesita de noche con una lámpara y una ventana que curiosamente daba al exterior, parecía que estaba en lo alto de un volcán, a pesar de estar en lo profundo de una mina. Ya estaba cansado, por lo cual me acosté en esa cómoda cama y descansé unas horas, supongo que 8 como de costumbre, pero no pude saber, ya que no tenía reloj.
Cuando desperté me dispuse a volver a la superficie, a ver si encontraba algo de comer, pero al abrir la puerta salí a un pasillo de hospital, abandonado, destrozado y muy aterrador. Por el fondo se asomó una figura peluda, similar a un búho. Me quedó mirando y luego comenzó a desaparecer lentamente y a transformar el entorno de un hospital, a una excavación minera lentamente.
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¿Locura?
FantasyAlguien perdido en un mundo alterno al real, pero estos finalmente se fusionan...