Me hago paso entre la gente hasta poder llegar al lavabo. Vaya que, cuando van a dar el toque de queda, los baños están a reventar.
Me lavo los dientes y con la misma dificultad intento salir de ahí.
Él está esperándome afuera a pesar de la conmoción. Claro que, para dos niños de 12 años, estar solos en esa multitud era una pesadilla.
Logramos salir de la zona de los baños y nos disponemos a regresar a nuestro campamento.-¿Te gustan las estrellas?
En la inmensa oscuridad de la noche, se pueden vislumbrar cientos de estrellas, espectáculo que no tenemos en la ciudad. Desde que tengo memoria me ha encantado verlas, pero compartir este escenario con alguien especial, me hacía sentir segura. Volteo a verlo y me doy cuenta que no está mirando las estrellas, me está viendo a mi.
-Eh, si. Me gusta mucho...
Al darse cuenta que lo vi mirándome, levanta de inmediato la cabeza y se pone a ver las estrellas. Ya no estamos rodeados de gente, estamos solos.
Se oyen los grillos cantar y se ven las luciérnagas parpadear, los árboles murmuran una suave melodía y el negro de la noche nos envuelve.
Existe una paz indescriptible y sólo somos él y yo, viendo las estrellas.Y estamos felices. Y estamos bien.
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Divididos
Teen FictionQuienes han tenido un mejor amigo no me dejarán mentir sobre el cariño que se tienen ambos. Pero, ¿qué sucede si el cariño se convierte en amor? ¿Y si solamente uno de los dos se enamoró?