Todo comienza con un vacío. En una tierra habitada o en una tierra llana, todo comienza con un vacío. Un vacío gris, que tiñe el papel de la vida como el otoño tiñe las hojas en cada estación. Sin embargo, nadie parece notarlo, no al menos en un comienzo. El día y la noche llegan sin que nada los detenga. Pero el punto gris, el pequeño vacío está ahí, creciendo, empujando, desde el fondo sin que ni siquiera tú lo notes.
Y comienzas otro día. Sí, otro día más en uno de tantos, compartiendo vivencias. Riendo y brindando por tener un día más. Pero él sigue ahí, silencioso. Te mira, te observa, analiza cada uno de tus pasos. Está ahí, incubando, esperando a ser reconocido. Esperando a ser liberado.
Comienzas a notar cuando ya los días van cambiando. Cuando ya no todo es soleado. Cuando la lluvia azota aun cuando hay sol en los cielos. Y te preguntas, ¿qué está mal? Y la semilla, oh pequeño punto, se mueve, se activa ante tal interrogante. El pesar en tu pecho se hace normal, tal cual es respirar. Se automatiza a tal punto que cuando te das cuenta que duele, que pesa, que tus hombros están entumidos y que cada vez que respiras duele como mil espinas, ya hay cientos de dilemas en tu alma y corazón.
Y es que, chica, ¡pasaste demasiado rápido! Te grita tu cuerpo. "Te avisé muchas veces", le dice el corazón, "pero no me escuchaste", se lamentó. "Perdón", reconoces, "es que estaba viviendo". "¿Viviendo?" pregunta el cerebro, "¿acaso vivir es pasar los días y años ocupada en cosas banales? ¿Acaso vivir significa producir y producir como tú lo haces?", sentenció. "¿Y qué esperabas que hiciera?, si estoy aquí, de pie ante la vida, ante la sociedad, ante mis padres y hermanos, los cuales esperan algo de mí" Argumentas. "Palabras vacías, sin sentimientos, eso es lo que son tus deseos", argumenta el corazón. "Y ¡mira! Ese pequeño vacío, esa pequeña semilla ya está arraigada en ti... Le has dejado vivir en ti y ya quiere salir" menciona el cuerpo dolorido.
Y de pronto, el velo se cae y ante tus ojos ves lo gris y amargo de las cosas. Y todo lo que comenzó con un vacío, pequeño punto, ahora se apoderó de tu mundo. Inundó tus pasos y cada noche, sobre tu almohada, acaricia tu cabello. Te abraza en las mañanas, adhiriendo peso a tus brazos y hasta lo más sencillo ya parece dolorosos.
"Y es que ya ni las lágrimas alivian tu alma" se queja el corazón congestionado de tanto pesar.
Y miras hacia adelante. Pero el panorama es distinto. El vacío ya cubrió gran parte y el mal sabor en tu boca es prueba de ello.
Él piensa que ha ganado. Su terreno ya está tomado. Y en el viento y en las nubes, su marca va dejando.
Y llega la noche. Y cierras tus ojos y ves el mundo en colores. Y sueñas con sueños de fantasías, donde todo está bien. Y todo aquello, a pesar de ser sueños, deja caer una gota en el centro de tu alma. Esperando y anhelando, que de color sea, te duermes en un profundo sueño sin dormir.