¿Te has percatado alguna vez de la extraña forma de las nubes? ¿Has visto dragones de vapor planear por el cielo? ¿Has sido testigo de batallas encarnizadas entre algodones?
Y, lo más importante: ¿crees que ves esas formas por casualidad? ¿Piensas que son un entramado de incoherencias sin sentido alguno?
No lamento decirte que te equivocas.
Alguien mueve las nubes. Un artista sin nombre. Un escultor etéreo.
Por supuesto, no pueder saber quién es porque, en realidad, no es nadie. No puedes saber dónde vive, porque habita en todas partes y, a la vez, en ningún sitio. No, no te estoy hablando del viento, y estoy completamente segura de que es lo primero que has pensado.
Sin embargo, tus sospechas no tienen lógica alguna. ¿Es el viento capaz de razonar, de crear, de imaginar? ¡Claro que no! Eso sí que sería imposible. Seamos inteligentes.
Es importante que no trates de buscarle identidad al escultor de nubes, porque él no quiere ser descubierto. Sim embargo, esta mañana me ha escrito un mensaje en la espuma del café pidiéndome que relatase algunos acontecimientos en los que él ha influido y, como amante de las buenas historias que soy, no he podido resistirme a tal primicia.
Por ello, me comprometo a derramar todo mi potencial con el objetivo de dar a conocer al primer artista, al hacedor de sueños al que deberíamos darle las gracias por entretenernos en los viajes largos cuando éramos niños. Ójala lleguemos a comprender al injustamente desconocido escultor de nubes.
