Mis amigas habían decidido arrastrarme a Lightning sin siquiera percatarse de lo que ese bar significaba para mí. Les costó convencerme teniendo en cuenta las circunstancias, pero razones más fuertes me alentaron a seguirlas.
Y ahí estaba yo, parada contra la pared cercana a los baños, observando mi reloj con impaciencia. Sabía que el aparecería de un momento a otro, siempre lo hacía a determinado horario una vez por semana. Lo conocía bien.
Su sombra fue lo primero que pude ver. Su pelo castaño, su forma de caminar... no había dudas de que se trataba de él. Decidida a optar por el efecto de sorpresa, me acomode un poco mas contra la pared y tironee de su brazo ni bien estuvo a mi alcance.
Sus ojos se abrieron como platos al encontrarse con mi rostro tan cercano, pero no se movió ni un centímetro.
- Perdón... ¿Te conozco? - quiso saber, ajustando un poco su mirada color miel.
No me importaba lo que dijera, había ido hasta allí con un solo propósito y planeaba cumplirlo. Me bastaba saber que yo lo conocía más que a mí misma, que no podía vivir ni un segundo más apartada de sus labios. No estaba para juegos, lo necesitaba.
Esbozo una encantadora sonrisa torcida al darse cuenta de mis intenciones, y sin contestar a su pregunta, tome su cuello y lo arrastre en un beso que había estado esperando más que cualquier otra cosa.
El no se negó. Hizo suya mi boca tal y como yo pretendía que lo hiciera, y me hizo sentir en las nubes por unos largos minutos. No podía pedirle nada mas a la vida. Jugar con su cabello liso, mientras su lengua y la mía se entretenían sobremanera, era algo que no podía comparar con nada que me hubiera sucedido antes .
Su cuerpo presionaba el mío contra la pared de ese bendito bar en donde lo había visto por primera vez, hacia ya varios años. Allí donde me cautivo y logro que jamás le quitara los ojos de encima. El comienzo de una dulce tortura que estaba a punto de acabar.
Se separo con cuidado y me observo con una expresión maravillosa que me costó asimilar. Era increíble, pero cierto. Apoyo su frente contra la mía y su respiración cercana me robo el aliento.
- ¿Donde estuviste toda mi vida? - pregunto apenas mordiendo mis labios.
- So-solo aquí - balbucee llena de emoción - Siempre.
Verlo sonreír me llenaba el alma. Era tan hermoso que mil veces había tenido terror de hablarle.
Sentía que amarlo de la manera que lo hacía era enfermizo, creía que el no me aceptaría... pero la vida me había mostrado que estaba equivocada.
Volvió a besarme y me sentí una idiota por haber pensado en todas aquellas cosas que me habían mantenido llorando durante días por bastante tiempo. No quería dejarlo, pero debía hacerlo.
- Justin... tengo que irme - dije separándome con dificultad de sus labios.
- ¿Ya? - se quejo haciendo puchero.
- Si, amor - reí acomodando su cabello - Vine aquí un momento porque sabía que te encontraría, pero se supone que es mi despedida de soltera... Si no vuelvo, las chicas vendrán a buscarme y apuesto que tus amigos también se preocuparan su no regresas pronto.
- ¡Que originales resultaron! - rio al darse cuenta de la coincidencia - ¿La veo en el altar, futura señora Bieber? - pregunto enderezándose con esos aires de galán que me encantaban.
- Allí estaré - asegure dejando que comenzara a alejarse, antes de volver a traerlo hacia mi - Y que sea la última vez que finges no conocerme - agregue mordiendo su labio inferior.
- Lo hare si me prometes que esta será la última vez que besas a un extraño - bromeo para sellar el pacto con un nuevo y último beso. Un beso que estaba poniendo fin a nuestro noviazgo.