¿Flores y personas?

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Desde que somos unas semillas sabemos cómo va a ser nuestra vida, ya tenemos la idea de que alguien nos va a arrancar, sin importarle ni un poquito lo que eso significa en realidad.

Cada día deseamos ser más lindas y más fuertes, pero no con la finalidad de exhibirlo frente  a alguien más, sino a nosotras mismas.

Arrancar una flor significa saber que esta se va a marchitar, va a morir, entonces ¿Por qué lo hacemos?

Elegimos arrancarla simplemente porque nos parece bonita, y porque simplemente puede quedar bien en algún lugar, pero nunca pensamos en lo que invirtió la flor para ser tan hermosa y fuerte.

Lo mismo pasa con las personas, a veces nos gustan, las poseemos y sin querer (o queriendo) le absorbemos toda esa energía y fortaleza que tiene sin importar cuánto tiempo pasó para llegar a ser lo que es.

De todas formas la vida no es tan oscura, ¡Qué lindo es que nos rieguen en vez de arrancarnos! Qué lindo es que en vez de arrebatarnos toda la fortaleza, nos ayuden a seguir alimentándola, que alguien sea capaz de querernos tener sin la necesidad de sacarnos la vitalidad.

Es difícil que nos quieran mientras seguimos siendo nosotras mismas, claramente no es frecuente que nos rieguen mientras seguimos formando nuestra fortaleza, pero lo bueno es que en algún momento de nuestra vida, va a llegar alguien que nos va a cuidar como si no hubiera mañana, no se va a molestar por ir todos los días al mismo lugar a ver como nos encontramos.

Ese día, el día que alguien abandone la comodidad y el pensamiento de saber que si quiere arrancarnos nos va a poder tener siempre, el día que se den cuenta de que si nos quieren, tienen que querernos de esa manera, de la forma en la que somos, sin arrancarnos sólo por el hecho de cómo nos ven.

Al hablar de las flores, no me refiero exclusivamente al género femenino, sino a  cada uno de nosotros, todos merecemos que nos quieran sin condiciones, que nos cuiden siempre y sin importar absolutamente nada.

Qué lindo es tener a alguien que se preocupe porque no nos falte agua, ni que nos inundemos. Qué lindo es abrir los ojos y saber que alguien está ahí si lo necesitamos.

Qué lindo es querer y que te quieran, ¡Qué lindo es lo mutuo!