Segunda Obertura

72 7 0
                                    


Qué será de la vida sin un poco de diversión, un poco de sazón en un día a día desabrido. Tomó su abrigo esa tarde helada... "Está nevando, odio el frío".

KyungSoo podría haber caminado por el sendero que frecuentaba pero esta vez sus pies simplemente se dirigieron hacia otro lugar. Hoy sentía que la libertad estaba a la vuelta de la esquina, justo en los lugares donde jamás había mirado antes.

"0 mensajes, 0 llamadas", balbuceó mientras miraba la pantalla de su móvil, dirigiendo su atención a sus enrojecidos dedos por el frío. Se encogió para refugiarse, teniendo ya la nariz del mismo tono que sus dedos.

Con incertidumbre miró el cielo y sonrió levemente, distraído de lo que podría pasar. ¿Qué importaba en ese entonces? 

Pues si, importaba bastante.

"¡Mierda, hazte a un lado!" Escuchó no muy lejos y de pronto estaba siendo abrazado... ¿Abrazado? Más bien, sostenido con mucha fuerza por alguien que desconocía en ese instante, pero tenía un aroma peculiar. Un aroma muy conocido. Su mirada se dirigió hacia adelante, lejos de su opresor y vio a otro sujeto, alto, sosteniendo un arma hacia él. 

Una sinfonía extraña comenzó a sonar alrededor de aquellas tres personas. Dos armas y un sujeto siendo el escudo, interponiéndose entre ambos. Él era ese escudo.

¿Qué mierda sucedía? Cerró sus ojos con fuerza y un estruendo llenó el espacio, interrumpiendo aquella tenebrosa melodía.

Dolor en su pecho y luego frialdad, mucha frialdad. Estaba gélido. Sintió su cuerpo desplomarse en el suelo a la par de otro disparo y todo se fue a negro...

Estaba sudado, su corazón acelerado a mil, sus cabellos pegados a su frente y su respiración completamente acelerada, entrecortada. Se sentó de golpe y miró la hora.

"4:36 AM", estaba atrasado.

Se levantó de golpe de su cama, otra vez había tenido ese sueño. ¿Cuántas veces serán? Se miró al espejo, esas ojeras nadie se las iba a quitar, mucho menos por dormir tan poco y tener siempre la misma maldita pesadilla. Tocó su pecho y apretó su jersey con fuerza, tirándose agua en la cara para poder olvidar.

"Si es un sueño, no debería dolerme de esta manera", jadeó mientras tomaba ahora un vaso de agua y salía de su dormitorio a la sala de prácticas de la universidad. 5 AM y ya estaba en el salón, comenzando a tocar el piano una vez más. Abrió su libro de partituras y la dejó en la partitura del Nocturno op. 9 no. 2, de Chopin.

Estaba concentrado, tocaba el pedal con sus pies, acariciaba las teclas con sus dedos, se sumergía en la melodía y se olvidaba del mundo.

La rutina del pelinegro era simple, muy simple. Todo era gris a su alrededor, monótono, aburrido. El piano era lo único que mantenía viva esa llama en su interior. Cada cierto tiempo, escuchaba el piano en su vida diaria, en sus trabajos de medio tiempo, mientras esperaba la luz verde para cruzar. Cada pisada que daba era una melodía distinta, un compositor diferente, una pieza musical única.

Luego de practicar y sobre practicar la oberturade Chopin, se levantó del piano y suspiró. Ya eran casi las 8 AM. Debíamarcharse. Alguien podría llegar. Alguien podría escucharlo.

----------------------------

Hasta esto llevo, espero que lo que hayan leído les esté gustando, de a poco la historia tomará forma y se unirá en algún punto. Gracias por leer. 

El Pianista | KyungSooWhere stories live. Discover now