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Me levanto de golpe, haciendo caer hojas llenas de apuntes del escritorio

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Me levanto de golpe, haciendo caer hojas llenas de apuntes del escritorio. Me quedé dormida, mi alarma no sonó. Bravo Einstein.

Busco mi celular entre mis hojas con apuntes de psicofisiología. Y lo encuentro debajo de un par de ellas. Intento encenderlo pero no hay reacción, se ha quedado sin batería. ¿Qué hora es?

Me levanto de la silla un poco desorientada y salgo de mi habitación hacia el pasillo y veo directamente hacia el reloj que cuelga en la pared de color rosa y este marca las 9:30 de la mañana. Demonios.

Regreso a mi habitación y rápidamente me cambio con lo primero que encuentro: un pantalón y una blusa negra, me coloco mis zapatillas blancas y rápidamente paso un peine por mi largo cabello.

Tomo mis apuntes, los arrojo en mi mochila y luego la cuelgo en mi espalda. Y estando a punto de salir de mi habitación mi reflejo me detiene. Es evidente que recién me levante, ¿es eso baba seca? Ugh. Voy a mi tocador y paso una toallita húmeda por todo mi rostro, luego aplicó un poco de crema y pinto mis labios de rojo y cuando estoy a punto de salir por la puerta está se abre dejando ver a mi madre.

—Davina, ¿me dijiste que entrabas a las diez de la mañana, cierto?

—Si mamá, me quede dormida mientras estudiaba para mi examen, y solo tengo... cómo menos treinta minutos para llegar. —Salgo de mi cuarto y bajo hasta la sala lo más deprisa, tendré que llamar a un taxi, ¿por qué no lo hice antes? Oh, sin batería.

—Cariño —escucho a mi mamá decir—: yo te llevo, espérame en el auto, solo tomo unos papeles y nos vamos.

—Está bien.

Bajo las escaleras rápidamente y salgo de la casa y mi mamá sale después cerrando la puerta y  quitando el seguro del auto, entro y luego ella. Enciende el auto y maneja directo a la universidad mientras yo conecto mi celular para que se cargue.

—Mamá podrías ir más deprisa.

—Voy los más deprisa que puedo, si hubieras dicho que te despertara temprano, la historia sería distinta.

—No te lo tengo que decir, eso es algo que las madres hacen, y por cierto fallaste. —Volteo a ver el reloj del auto y me dice que faltan alrededor de quince minutos para las diez—. No lo lograré. Y según yo programé una alarma en mi celular pero se quedo sin energía.

—Por eso siempre te digo que no confíes al cien en esas cosas. —A mi madre todavía no le han terminado de gustas estos nuevos dispositivos que prácticamente hacen de todo, dice de dependemos de ellos. Y es un poco cierto, vean mi ejemplo.

—Sabes que sí, pero en verdad, necesito llegar a tiempo a ese examen, el profesor...

—¿Cómo se llama? Puedo hablar con él.

—No, gracias —Ruedo los ojos y rió—. Tengo diecinueve años, creo que me las puedo manejar sola, además es la universidad. Oficialmente los padres ya no aparecen en el cuadro.

—¿Entonces que hago aquí?

—¡Mamá! —sonrío ante su comentario— solo en unas cosas.

Mi celular vuelve a la vida con varias notificaciones, entre ellos un mensaje  de Bruna.

Le escribo que intente hablar con el maestro, que le diga cualquier cosa para que me deje hacer el examen si llego tarde. Espero que Bruna lo intente y el profesor le crea. Nos acercamos a una de las entradas del campus y salgo como rasho lasher cuando veo la posibilidad.

—Gracias mamá, eres la mejor, adiós. —Me despido y cierro la puerta.

—Éxito en tu examen. —Escucho que grita en respuesta.

Corro, bueno... camino lo más rápido que puedo, hasta llegar a mi edificio, subo de dos en dos las escaleras y cuando estoy a punto de dar vuelta hacia los salones, me estampo con la pared, una pared azul.

—Cuidado. —Le escucho decir a la pared.

No tengo tiempo para eso, así que solo asiento y emprendo nuevamente mi camino, finalmente llego al salón y toco la puerta tres veces.

La puerta es abierta por el profesor López. —¿Qué se le ofrece señorita? —dice el profesor interponiéndose en la entrada, de reojo puedo ver a Bruna haciendo muecas y tocándose el estómago, por lo que deduzco que le dijo que estaba enferme o en mi periodo, me voy por lo segundo.

—Lamento llegar tarde al examen, pero no me sentía bien... —Me acerco un poco a él y digo en voz baja—: periodo abundante.

El señor López asiente como si lo entendiera. —Usted es la señorita Vidal, su compañera me lo comento, solo espero que este consciente de que las reglas son las reglas —No, no, no— pero, haré una excepción, aunque no podré evaluarla sobre el cien por ciento como sus compañeros que fueron puntuales, sino al ochenta por ciento.

¿Qué? Esta bien, no me puedo quejar, es eso o cero; asiento rápidamente.—Lo será y gracias.


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⏰ Última actualización: Jul 08, 2019 ⏰

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