Lawrence Hotchner era un chico aficionado a los objetos antiguos. Tanta era su afición a ese tipo de artilugios que su casa entera parecía un pequeño palacio del siglo XIX.
Aunque su mejor amigo no le encantara del todo cómo adornaba no podía protestar. Después de todo, él estaba de huésped temporal.Su nueva adquisición era un reloj grande de péndulo. Se estimaba que era del siglo XVIII. Para Lawrence entre más antiguo sea, mejor.
—Estás a tres muebles de que tu casa sea un museo de reliquias victorianas— dijo bromista su mejor amigo, Luka Garrison, quien estaba sentado en la sala de estar.
Lawrence rió.
—Debes admitir que es elegante— dijo el joven Hotchner mirando con admiración su hogar.
—Elegante, no, mas bien exagerado y extravagante— respondió chasqueando sus dedos.
Su amigo lo miro inquisitivo por unos cuantos segundos.
—Perdón— exclamó Luka sonriendo apenado.
—Te perdono— dijo Law con exagerada indignación.Luka tomó el cojín que tenía en su regazo y lo arrojó en dirección hacia donde estaba parado Lawrence y en vez de pegarle a él, lo terminó estampó contra el reloj. Como consecuencia del ligero golpe se abrió la puertita donde el péndulo se balanceaba y sonó como si ya fueran las doce de la noche.
—Hey, cuidado con mi reloj— Advirtió Lawrence entre risas.
Continuaron risueños hasta que algo dentro del reloj atrajo la atención del joven Hotchner.—¿Qué?— preguntó curioso el joven Garrison al ver el rostro de su mejor amigo repleto de asombro.
—Una hoja doblada— contestó el castaño mientras sacaba el objeto ya mencionado.
—¿Qué dice?
—Una hora— respondió Lawrence— 6:16 am.
—¿Qué significará?— cuestionó por segunda vez Luka.
—No lo sé. Iré a preguntarle a la dueña de la tienda. Tla vez sea de ella— dijo serio Law, guardando la hoja en su bolsillo.
—Te acompaño— sugirió Luka.
—¿Tú no tienes que ir a la universidad?— inquirió el joven Hotchner, mirándolo con el ceño fruncido.
—¿Y tú a trabajar?— contraatacó el joven Garrison.
—Hoy descanso— Se justificó el joven Hotchner con aires de triunfo.
—Ok, tú ganas— Resopló Luka al par que se ponía de pie y tomaba su mochila para que después, y sin reclamo alguno, ambos chicos salieran de la casa.
A mitad del camino cada quien se dirigió a su destino. Luka a la universidad y Lawrence a la tienda de antigüedades.El joven Hotchner abrió la puerta de la tienda haciendo sonar el tintineo característico del lugar.
—Bienvenido a la tienda, Law— habló una señora de no mas de sesenta años desde el mostrador.
—Sra. Townshend, buenas tardes— Saludó cordialmente el castaño.
—¿Qué te trae aquí, muchacho?— cuestionó la Sra. Townshend
—Quería preguntarle con respecto al reloj de péndulo que me llevé— contestó acercándose al mostrador mientras sacaba la hoja doblada de su bolsillo—. Verá, hace rato mi amigo arrojó un cojín hacia donde yo estaba golpeando por accidente el reloj, la puertita se abrió y pues estaba esto— Acto seguido, Lawrence desdobló la hoja y se la mostró a la dueña del lugar.
Su gesticulación pasó de risueña a horror.—¿E-eso venía del reloj?— preguntó la Sra. Townshend.
—Si, al parecer si. ¿Significa algo para usted?
—Oh no, para nada— contestó rápidamente—. Tal vez sea de los anteriores dueños.
—Tal vez— musitó Law—. ¿Usted sabe quiénes eran los anteriores dueños del reloj?— preguntó de tajo.
Henrietta Townshend tardó en contestar. Lucía como si estuviera recordando algo que la atemorizaba.
—¿Sra. Townshend?
—¿Eh?, aah si, sólo recuerdo que encontré el reloj afuera de la tienda. Lo siento mucho, hijo.
—No se preocupe— sonrió resignado—. Luego paso a verla, hasta luego— Lawrence salió del establecimiento y emprendió su viaje a casa.

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El Péndulo
Mystery / ThrillerLa afición de Lawrence Hotchner por poseer objetos de la era victoriana en adelante hizo ver su casa como un pequeño palacio. Su nueva adquisición fue un enorme reloj de péndulo que consiguió en una tienda de antigüedades que le gustaba frecuentar...