El señor Burton

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El señor Burton había regalado su casa a la iglesia para que funcionara como orfanato, lo hizo con la excusa de que aquella era una casa demasiado grande para un sólo hombre y que afuera, en las calles, habían demasidas almas desafortunadas sin la protección de padres y un techo. La iglesia estaba muy complacida por el gesto, el lugar se estaba quedando pequeño para albergar a tantos niños, las monjas y el padre, más no disponían del efectivo para adecuarlo a sus necesidades.

Luego de desocupar la casa, el señor Burton entregó la casa al padre, incluso arregló que un ex empleado los guiara por la mansión para conocer el lugar. Todo era extraño en su persona, el pueblo sabía que él era más bien un hombre reservado que no interactuaba con la gente, con decir que muy pocos conocían su cara desde el momento en que se había asentado en el lugar, ni siquiera sus empleados, quienes contában que no salía de su despacho. Pero últimamente había estado actuando aún más extraño, se lo veía pasando por el pueblo, inquieto, el doctor comentó que en una ocasión fue a verlo con intención de una consulta pero se debió reservar el derecho a explicarlo. Y dado su actual acto de generosidad, nadie lo llevó más lejos y lo atribuyó a un reciente momento de claridad o más bien un encuentro con Dios.

Entregó la casa y les dio permiso para que hicieran lo que creyeran mejor, pero con sólo una condición. En el gran salón ya habían quitado los cuadros y fotografías familiares de Burton pero aún se erigia un piano de gran tamaño con la tapa cerrada que no dejaba ver su interior y la tapa que cubría las teclas, en el fondo de la casa se encontraba un hermoso jardín techado, que comunicaba una serie de habitaciones a ambos lados, una había funcionado como un segundo estudio para Burton, donde aún descansaba un armario y un par de cofres que recopilada de sus viajes, todos cerrados y bajo llave, el excéntrico pidió, explícitamente, que no se los moviera de lugar o siquiera se tocaran de manera brusca, por lo generoso de su obsequio nadie pudo negarse a su pedido, por lo que aceptaron bajo promesa de no acercarse a aquellos muebles.

Luego de su partida, nadie tuvo novedades de Burton, pero era recordado con aprecio por la comunidad y la iglesia. El primer año del orfanato había transcurrio tranquilo, se encontraban en uno de los veranos mas sofocantes que habían tenido en mucho tiempo. Durante el día y las noches las ventanas permanecian abiertas, pero no alcanzaba para aliviar el calor, podían oirse las olas chocando contra la costa y los grillos cantando, esta nocturna melodía servía como camuflaje para otro sonido, uno que provenía del piano,debido a que se encontraba cubierto por lo que nadie logró oírlo ni interrumpir su sueño ni siquiera a de una de las hermanas, ella se encontraba de guardia esa noche, debido al hecho de que las ventanas estaban abiertas debían tomar ciertos cuidados, un segundo ruido alertó a la monja, como si alguien levantara la tapa del piano y la dejara caer en seco seguido unos segundos después por el sonido de unos cristales rompiendose se había ido a ver a los niños cuando lo escuchó, cualquiera sea la razón se dirigió a la sala, trató de caminar lo más rápido posible pero una luz calida que provenía de la sala, donde se hallaba el piano, la detuvo y la hizo retomar la marcha con mayor rapidez. Al cruzar el umbral, su atención se dirigió a las cortinas que estaban quemandose debido a que sobre ellas se había caído una lámpara, trató de hallar al culpable pero no alcanzó a examinar toda la habitación cuando comenzó a gritar espantada y a correr para alertar a todos del incendio.

Afortunadamente todos lograron salvarse del incendio. Ya había amanecido cuando la mansión, que antes había sido su hogar, acabó por convertirse en cenizas, el sol se asomaba y la policía pudo comenzar la investigación. Todo se había deshecho al acercarse donde antes estaba la sala, donde comenzó el incendio, se podía ver una montaña de escombros, al quitarla notaron que el piano aún se encontraba de pié, las monjas no alcanzaron a advertir a los oficiales cuando estos levantaron la tapa con dificultad, lo que encontraron dentro los desconcerto y asqueo al mismo tiempo, rápidamente hicieron llamar a la monja que estaba despierta y alertó a todos del incendio. Estaba separada del resto, sentada y con la mirada perdida, cuando le preguntaron si es que había visto al culpable contestó: cuando notó las cortinas en llamas rápidamente trató de buscar al culpable, unos golpes a la pared llamaron su atención, lo había encontrado, una mosca de enorme tamaño, húmeda y viscosa envuelta por el fuego se golpeaba repetidas veces contra la esquina del techo desesperada, del piano escurria una especie de baba viscosa, ese era su nido y había despertado, a diferencia de sus hermanos en los cofres y el gran armario.

Los Hijos de la Casa BurtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora