Capítulo 1

46 2 2
                                    

Miró de nuevo la foto. Una lágrima cayó inebitablemente de la mejilla de Karen.  Se acordaba mucho de su madre que tuvo que ir hace dos años a Sidney para solucionar una cosa de su trabajo.

 Aunque nadie la había dicho nada, sabía que su madre no volvería a España de nuevo, seguro que se quedaría allí trabajando y...

 De nuevo otra lágrima hizo el mismo recorrido que la anterior. Giró la silla de ruedas en dirección a la puerta. Cogió su diario y empezó a escribir:

Hola, me llamo Karen, tengo catorce años y... voy en silla de ruedas. Mi madre está en Sidney y no la veo hace dos años y mi padre ya no da para más. Mi mejor amiga es la única persona que más está conmigo, sin olvidarnos de mi piano Jiji. He compuesto una canción, pero no la he terminado.  Tengo mucho miedo a que sufra otro problema con el corazón y bien clarito dejó el médico que la próxima vez sería más difícil salvarme la vida. Pero eso no va a impedir mi sueño. Mi amiga Eva me está ayudando a montar en bici y nadar. Aunque es muy difícil, quiero presentarme a la olimpiada de natación que organizan cada tres años. Llevo preparándome desde hace mucho. Estoy un poco triste porque no puedo hacer nada aquí sola, sentada en una silla. Me gustaría respirar el aire del campo, correr en libertad, volar como los pájaros. Pero me temo que no sea posible. No puedo andar y casi ni moverme. Dentro de un mes es mi cumpleaños y no se si hasta mi padre se acordará. Ni mi madre... Ojalá hubiera sido una niña normal y hubiera podido disfrutar de la vida, pero la vida es difícil y hay que afrontar todo. Bueno querido diario. Espero escribir de nuevo y muy, pero que muy pronto.

Lo cerró y lo dejó en la mesa. Recorrió todo el pasillo hasta la oficina de su padre. Llamó a la puerta.

-Karen, ahora no. Tengo que terminar unos asuntos. 

Karen no había abierto ni siquiera la puerta y su padre ya la estaba despachando.

 -Papá, voy a bajar al parque a pasar la tarde, ¿de acuerdo?

 -Tú te quedas aquí sin moverte, ponte a ver la tele un rato.

 Pero Karen no quería ver la tele, ni quedarse en casa como hacía casi todos los días a si que, aunque luego la esperara una gorda cogió su abrigo y se recogió el pelo con una trenza. Abrió la puerta del piso y salió.

 Normalmente no iba sola, su amiga Eva la acompañaba o su padre, casi nunca. La verdad es que era la primera vez que iba sola.

 Intentó abrir la puerta del ascensor, pero no pudo hacerlo sola. Solo la quedaba una opción. La rampa junto las escaleras. 

Era un poco arriesgado... ¿Y si no podía frenar? Karen se quedó pensativa, la vecina no es muy amable... -pensó.  Bajaré por la rampa, -se dijo a sí misma.

-¿Karen? - se oía desde el interior de la casa.                                                                                            Su padre la estaba llamando, debería darse prisa. Se agarró a la silla de ruedas y se inclinó hacia la rampa. La silla empezó a rodarnalocadamente hacia el piso segundo. Al menos solo quedaba un piso. Bajó la rampa hacia el primer piso donde se encontraba la puerta para salir a la calle. 

-Karen, ¿Dónde te has metido? -se oía desde el primero.                                                                             Su padre había salido de casa a llamarla. Entonces Karen, siempre tan dispuesta, se agarró fuerte a la silla y bajó la última rampa. De prontó, se había agarrado tan fuerte que ésta freno de golpe y Karen volcó. La silla de ruedas quedó boca abajo, pero... ¿Y Karen? ¿Estará bien o tendrán que llevarla al hospital?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 15, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El sueño de KarenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora