Esta va a ser la última entregade"Las aventuras del Capitán Alatriste" protagonizada porAlatriste y su gran amigo Quevedo:
Me desperté aturdido y mareado, alcéla vista y pude ver que estaba rodeado por enormes muros de madera,que tenían una franja azul pintada. Apenas podía recibir unoscálidos rayos de sol en mi piel. Observé a mi alrededor y meencontraba en el centro de un largo pasillo, examiné mis bolsillos yme encontré con una nota la cual hizo que un escalofrío merecorriese todo el cuerpo; consejos para sobrevivir en el laberinto,no intentes llegar a la cima del muro o morirás,para sobrevivircamina por la zona del mismo color que tu ropa, en este momento mefijé que llevaba una vestimenta azul, y por último si quieres saberque te llevó hasta el laberinto tendrás que salir de él. Arruguéel papel y lo lance no más lejos posible, la cólera pudo con migo ycomencé a llorar y a darle golpes al muro.
Unas horas más tarde habíaconseguido calmarme y decidí comenzar a caminar pues pude intuir queaún quedaban un par de horas de luz solar. Me dirigí hacia uno delos lados y me encontraba en un crucé, giré a la derecha mientrasintentaba recordar mi nombre y lo último que había hecho.
-Soy Francisco de Quevedo, poeta, megusta beber vino y vivir aventuras con Alatriste, aventuras eso era, lo último que recordaba era estar luchando contra la Inquisición yde pronto me desperté aquí.
Llevaba un par de horas caminando y elcansancio se apoderaba de mi, conseguí divisar a lo lejos un bancode madera pintado de verde y al ir acercándome pude ver que en elhabía una nota que decía: "lo necesitarás para descansar". Asíque con el último rayo de sol brillando en el cielo decidídescansar un poco, pero no pude evitar quedarme dormido en aquelrígido banco de madera.
Al día siguiente abrí los ojos ypude ver en lo alto del muro un ave que se disponía a cantar,mientras yo aguardaba para oír su canto y sentirme libre por unmomento, una flecha atravesó la frágil cabeza del pájaro,desplomándose así a pocos centímetros de mis pies, en ese momentocomprendí porque no podíamos escalar el muro, la desesperacióncomenzaba a apoderarse de mi. Le saqué la flecha y la guardé ytambién me llevé el cuerpo de aquel pequeño animal, pues por míexperiencia sabía que iba a serme útil mas tarde y me dispuse acaminar. Fue al girar en una calle a la izquierda cuando a lo lejosobservé una gran puerta con unos diez metros de pasillo de colorrojo hasta que podías observar unos pasillos con una banda azul.Lancé el ave muerta al interior del pasillo y de pronto una rejabajó a cada lado del pasillo mientras las paredes se comenzaron aestrechar hasta aplastar todo lo que allí había. Comencé a gritarpor la desesperación, de pronto dos guardias, armados con espadas,aparecieron de la nada y me propinaron un golpe en la espaldadejándome inconsciente.
Comencé a escuchar mi nombre y fueentonces cuando abrí los ojos, me encontraba en el mismo lugar deantes solo que pude ver a Alatriste al otro lado del pasillo rojo. Mecontó que me vio activar la trampa y como los guardias me pegaba, asu vez me contó que había hecho una cuerda con unas enredaderas yque se había encontrado una flecha; se me ocurrió una gran idea. Lelancé mi flecha y le dije que las fuese clavando en la madera paracruzar el pasillo, y así lo hizo, me sentí aliviado, por lo menosya no moriría solo.
Me contó lo que había descubiertodel laberinto, había descubierto tres colores, en el rojo morimosaplastados, en el amarillo quemados y si no escapábamos pronto delazul moriríamos ahogados, aquello era una tortura que nos dictabacomo íbamos a morir.
Después de charlar un rato nosdispusimos a caminar, pues no podíamos perder el tiempo o moriríamosde hambre y sed. Pensamos en idear un plan para escapar, pues siaquellos guardias pudieron entrar nosotros podríamos salir, ycomenzamos a buscar una puerta. Sin embargo no tuvimos suerte puessolo veíamos enormes muros de madera. Cuanto más tiempo pasaba mássed y cansancio teníamos, y seguíamos caminando... y de pronto a lolejos divisamos algo verde, una fuente. Corrimos hacia ella y bebimoscuanto pudimos, era el verde esperanza; me dije a mi mismo, y por unmomento sentí una sensación de alivio que me ayudo a pensar conclaridad y a idear un plan. Un plan magnífico e infalible, o almenos eso era lo que yo creía y procedí a contárselo a Alatristepara ejecutar el plan. Buscamos un pasillo rojo, me tumbé en elsuelo y Alatriste comenzó a gritar, de pronto dos guardias conlanzas se plantaron frente a nosotros mientras el Capitán decíaestá muerto, está muerto. Uno de los guardias se agachó y fueentonces cuando le clavé la flecha en el cuello, el único lugar queno tenía armadura, Alatriste aprovechó y empujó al otro hacia lazona roja, sin embargo este pudo lanzar la lanza a través de la rejay atravesar mi pierna de lado a lado dejándome inservible, pues eracojo de una pierna y ahora para colmo cojo de las dos, segundosdespués pudimos observar como crujía la armadura de aquel hombre,aplastado por aquella mortal trama,y gritando: El verde no ossalvará.
Mientras me sacaba la lanza eintentaba hacerme un vendaje Alatriste vistió la armadura de uno delos guardias y luego me ayudó a inmovilizar mi pierna con el palo dela lanza y así poder levantarme e intentar caminar con su ayuda.
En ese momento era inservible, untullido inútil, pero el Capitán Alatriste se empeñaba a llevarmeconsigo y me decía que pronto acabaría todo. Pero para mí losminutos era interminables y ni siquiera cuando encontramos una cajaverde con comida me sentí aliviado, pues no podía parar de pensarque la herida de mi pierna me acabaría matando. Decidimosacomodarnos en una esquina y pasar allí los últimos minutos de luzsolar que quedaban y caminar durante la noche, sin embargo una vezacomodados ninguno de los dos se pudo resistir a cerrar los ojos ydescansar, justo antes de quedarme dormido, no paraba de pensar siesta sería la última aventura de Alatriste y Quevedo, que sería deIñigo, aquel joven que fui a rescatar a Toledo, que sería denuestras aventuras...
Me desperté sobresaltado pero prontodescubrí que todo había sido una pesadilla, el Capitán no tardóen abrir los ojos y pronto los dos nos encontrábamos caminando otravez por aquellos interminables pasillos. No tardamos en ver a lolejos otra de esas puertas con trampas para asesinarnos, sin embargoesta tenía una forma diferente, como más inofensiva, al acercarnosdescubrimos que era verde, verde esperanza y empezamos a correr haciaa ella con alegría, todo el pasillo era verde y parecía que nuncase acababa, caminábamos y caminábamos y notaba como Alatriste seconsumía al cargar con mi pes y el de la armadura. De pronto nosencontrábamos junto a una puerta gigantesca de hierro. Escuchamos elsonido de unos engranajes y la puerta empezó a abrirse, segundodespués estábamos rodeados por una veintena de soldados de laInquisición, cada uno de ellos llevaba una enorme lanza y unareluciente armadura. De pronto un hombre con capa alzó su voz parapronunciar unas palabras que me quitaron la esperanza que aquel verdeme había dado; acaso creíais que podriais salir del laberinto convida. Posteriormente nos explico que el laberinto era un lugardiseñado por los romanos como coliseo, sin embargo ahora era lasegunda opción que te daba a elegir la inquisición, y la primeraera la muerte. Por lo visto se nos había acusado de atentar contrala iglesia y nos habían enviado allí como método de tortura. Antesde que aquel hombre pudiera finalizar su discurso intenté ponerme enpié y luchar, pero uno de los guardias me atravesó con su lanza ydejó caer mi cuerpo inmóvil al suelo. Alatriste enfurecido cogióla lanza de uno de los guardias y se la lanzó a aquel hombre concapa que acababa de perder la vida a manos del Capitán, sin embargoacto seguido una espada de uno de los guardias lo decapitó poniendofin a las Aventuras del capitán Alatriste y su amigo Francisco deQuevedo, durante mis últimos segundos de vida no podía parar depensar en nuestra forma de morir, pues jamás tendríamos un entierrodigno y la verdad no era el peor de mis pensamientos pues comencé aarrepentirme de todos los errores de mi vida, apenas fui un borrachocojo, que escribía versos para intentar ridiculizar a otro hombre,siempre te arrepientes de tus errores cuando es demasiado tarde parahacer algo.
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Verde esperanza
AdventureDos hombres y un laberinto destino a la muerte a manos de la Inquisición.