LUNA GIBOSA MENGUANTE

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En medio de un esplendoroso y vivo bosque se encontraba una escena por demás triste y desesperanzadora.

Una hermosa loba de pelaje café exhalaba sus últimos alientos de vida víctima de una herida de muerte. A su lado un pequeño cachorro aullaba lleno de dolor al ver a su madre en tales condiciones y el, al no tener fuerza suficiente para salvarle lloraba lleno de desesperación.

De un momento a otro un remolino de neblina los rodeo a ambos para mostrar a una bella mujer y a un niño.



—Mami, mami no me dejes por favor, no me dejes— repetía el niño una y otra vez, con el rostro cubierto de lágrimas, mientras en vano intentaba tapar la herida que no dejaba de manar sangre drenando en cada gota su vida.

Ella con sus últimas fuerzas llevo su mano también ensangrentada a la mejilla de su pequeño cachorro, mirándole con infinita tristeza al saber que nada podía hacer por los dos, derramando lágrimas de impotencia al saber que dejaría a su pequeño solo a su suerte y temiendo que terminara igual o peor que ella.



—Tra-tranquilo mi amor, qu-quiero que me prometas algo— con dificultad hablaba llenando de sangre sus labios pero sin perder la fuerza en sus palabras —Prométeme que no mostraras tu verdadera naturaleza a los humanos, pro-prométeme que no saldrás de este bosque, jamás confíes en un humano, ellos solo traen dolor y muerte, se bueno con tus compañeros, busca amigos, busca el amor, alguien que te amé y que amaras para formar una familia, quien te proteja y a quien proteger, te amo, mamá t-te a-ama—

Al decir las últimas palabras de amor para su pequeño cachorro la mujer le sonrío, intentando en vano acallar su dolor y los sollozos.



—Ma- mamá ma-mamá n-no... mami n-no me de-dejes pro-prometo comer todas mis verduras, me portare bien, mamá Kouki se portara bien, ya no se esconderá tras la puerta, mami, por favor despierta—

El pequeño niño lloraba desconsolado que no escucho a pesar de sus finos oídos las pisadas apresuradas de un par de lobos que al llegar se transformaron rápidamente, ambos veían con dolor la escena de un niño moviendo a su madre para que despertara de lo que creía un sueño, estaba cansada quizás y pronto despertaría, el niño estaba cubierto de sangre de pies a cabeza, el lugar donde habían herido a su madre estaba lejos de su actual posición y el con todas sus fuerzas aun siendo tan pequeño había intentado moverle a un lugar seguro cerca de su hogar. Pero aún seguían aparados a la luz de la luna de ese bello claro, que en esos momentos se convertía en una zona plagada de dolor.



—Junpei, toma a Kouki y llévalo a casa, siempre les pedimos que se mudaran cerca y esto es lo que han obtenido—

El niño al sentirse tocado y aun en shock lucho por instinto intentando morder a su captor, sin embargo al contrario de defenderse este solo le abrazo más a su cuerpo mientras lo arrullaba y transmitiéndole palabras de aliento hasta que se quedó sin fuerzas y acabo desmayado en sus brazos.

—Lo llevare a casa Teppei, le daré un baño, creo que sería bueno que se quedara con nosotros de ahora en adelante—



Al llegar a la pequeña comunidad vieron al niño cubierto de sangre comenzando a especular sobre lo sucedido más callaron al ver a su líder llegar bajando la cabeza ante su mirada amenazadora, si bien era tranquilo y de buen corazón, era sabido que a la hora de poner la ley y abogar por los más débiles se convertía en alguien implacable y de temer.





Al llegar a la pequeña comunidad vieron al niño cubierto de sangre comenzando a especular sobre lo sucedido más callaron al ver a su líder llegar bajando la cabeza ante su mirada amenazadora, si bien era tranquilo y de buen corazón, era sabido que...

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