No sirvo para ponerme tacones.
Trato de mantener un equilibrio en mi cuerpo al estar por lo menos seis centímetros más alejada del piso, mis manos caen a mis costados y mi nariz trata de inhalar todo el aire para calmar los latidos de mi corazón antes de que mis párpados se abran y pueda observarme de pies a cabeza en el espejo enfrente de mi, vaya que esto no es tarea fácil. Pero no puedo negar que me siento orgullosa.
Orgullosa de verme como una total estúpida.
Casi puedo imaginarme a mi quitándome todo esto que llevo puesto, el short alto de tela de color amarillo acompañado por esta fina camisa de jeans y los insoportables tacones de cuña blancos un atuendo que jamás colocaría sobre mi cuerpo. Alzó mi cabello en una coleta, realmente no iba a hacerme esos ridiculo a peinados que llevaban tiempo y esmero; a pesar de haber perdido más de 2 horas viendo malditos videos de las youtubers más fresas del planeta pero mis manos eran torpes para eso, vaya que estaba decida a este plan.
Al ser la nueva en este instituto no me resulta difícil pasar desapercibida con respecto a mi personalidad, y aún así hace de esto algo más fácil, sin olvidar que con ello llego mi nueva identidad para tratar de que todo salga de la forma que espero y quiero. Tomo los lentes de sol negros que descansan junto a mi bolso y me dispongo a salir de mi habitación, obviamente buscando un equilibrio en mi cuerpo.
¿A quien se le ocurrió inventar esto?
Me dirijo hacia la cocina dejando mi bolso sobre la isla de esta, antes de irme necesito desayunar cosa que nunca faltaría en mi rutina. Mi cuerpo no necesita estirarse para alcanzar el cereal del estante, lo cual sería la única cosa que agradezco de esta infernal tortura, me giro tomando la leche que se encuentra justo al lado de mi bolso.
—¡Santo cielo!
Salto en mi sitio observando algunos cereales salirse del paquete y un poco de leche derramarse en mi muñeca. Conectó mis ojos con los de Dallas los cuales se encuentra analizándome por completo, de pies a cabeza.
—¿Que clase de unicornio de la pradera te ha escupido encima Meg? —dice con voz de decepción pero a la ves diversión tiñendo su tono— No me quiero imaginar qué clase de pubertad esta contigo.
—Podrías intentarlo, a ver si maduras un poco —respondo sin mirarlo y tomando lo necesario para mi desayuno, lo cual el contesta riendo.
Ruedo los ojos y me concentro en mi tarea de servir mi desayuno y disgustarlo, mi hermano menor de catorce años sigue riéndose pero se mantiene en casi silencio cosa que es muy agradable en mis mañanas, soy demasiado insoportable en ellas.
—¡Megan! ¡Estás utilizando tacones! —grita ahora mi querida madrastra.
¿Acaso todos gritarían hoy?
Le sonrió tratando de no responder de manera descortés, ella por su lado sonríe y se acerca para besar mi mejilla.
—Creo que te ves muy linda y femenina —sus manos aprietan mis hombros mientras pasa por mi lado.
La risa llena de humor se esparce en el lugar, Dallas estaba disfrutando esto —Yo diría patética —suelta él con una sonrisa plasmada en su rostro.
—¡Dallas! Esas no son palabras para tu hermana mayor —regaña Luce, Dallas solo rueda los ojos y toma una manzana comenzando a jugar con esta.
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La nueva Abeja Reina.
Humor¿Te meterías con la abeja reina del instituto? ¿Acaso serías capaz de hacerlo? Está historia te demostrará que una chica sencilla pero con una meta puede llegar a romper cualquier esquema. Su nombre es Megan Harford y ella solo quiere ser nada más...