El portal del tiempo

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-¡Pásame la pelota!- ordena John mientras corre callejón arriba.

-¡Toma!- chilla Alex dando una fuerte puntada de pie a la pelota.

Los dos niños corren detrás de la pelota, danzando alrededor de ella y dando fuertes chillidos cada vez que el otro la posee. Cuando llegan al final del callejón que acaba en una verja metálica, se quedan un rato practicando unos pases antes de que se ponga el sol. Al día siguiente tienen que ir a clase y sus padres no les dejan llegar más tarde de las nueve, así que cuando el reloj de John silba avisando que son las ocho, se disponen a recoger e irse para casa. Y así lo hubieran hecho de no ser por un garaje del que se desprendía una luz azul. Los dos amigos se acercan para examinar mejor la puerta.

-¡Mira tío! ¿Habías visto antes una cosa como ésta?- John estaba muy sorprendido.

-¿Abrimos la puerta a ver qué es?- Alex recude a su instinto de transgredir lo prohibido.

-¿Pero cómo vas a hacer eso chaval? ¿No ves que está cerrada?- John apunta con su índice un candado.

-Tú como eres rubio no lo sabes, pero con un clip puedo abrir ese candado- saca de su bolsillo derecho un clip deformado y añade- deja paso al experto- mientras aparta a John.

-Como no lo abras me parto- dijo John, pero antes de que pudiera concluir la frase, Alex ya había conseguido abrir el candado.

-Ven aquí y ayúdame a abrir la puerta- ordena Alex a su amigo.

Los dos chicos se agachan para empujar la puerta del garaje hacia arriba y descubrir el origen de aquel misterio. Cuando consiguen llevarla hasta arriba se quedan anonadados al ver lo que contiene este rinconcito del mundo. Hay una maquina en el centro de la habitación, dos esferas azules separadas entre sí a unos dos metros y unos rayos azules que se encuentran en el centro formando un ovalo azul oscuro.

-¡Flipa! ¿Qué crees que es?- pregunta John.

-¡¿Es que no lo ves?! ¡Es un agujero negro!- exclama Alex.

-¿Cómo quieres que sea un agujero negro tonto? Eso solo existe en el espacio- afirma John muy convencido de sí mismo.

-Comprobémoslo- dice Alex saltando hacia su interior arrastrando a su amigo consigo.

El agujero engulle a los dos niños dejando un destello azul tras cerrarse y apagarse. Los dos amigos atraviesan una masa azul hasta que al final caen en una habitación. John cae de culo encima de una cama no muy cómoda, pero Alex cae en el suelo dejando escapar un chillido de dolor. Es una habitación de cemento con una cama y una váter.

-¿Dónde estamos?- pregunta John.

-Creo que es la cárcel- responde Alex examinando la habitación.

-¿Y tú que sabrás como es la cárcel si nunca has estado?- John se levanta de la cama y se dispone a abrir la única puerta que hay.

-Pero una cárcel tiene que ser parecido a esto-contestó Alex.

Los dos asoman la cabeza por la puerta, que se abre nada más tocarla. Pueden observar un pasillo muy largo que acaba en otra puerta.

-¿Y ahora qué?- vuelve a preguntar John.

-Vayamos hacia allí.

Recorren todo el pasillo de puntillas y con los músculos en tensión, como si sintieran que no tendrían que estar allí, como si alguien los fuera a regañar por estar en ese pasillo. Cuando llegan a la puerta ponen la oreja para escuchar las voces del otro lado.

-A esta fórmula le falta una variable que es el espacio, ¿cómo quieres crear un vector si no tienes espacio?- pregunta una voz.

-¡Lo tengo!- grita otra- ¡X es igual a 284’92!

La puerta sobre la que se apoyaban los dos niños no aguanta y se abre de golpe provocando que los niños caigan de morros contra el suelo. Al levantar la vista observan una sala llena de hombres con batas blancas y gafas que van corriendo de arriba abajo apuntando formulas en pizarras. Y tras el estruendo cesan su actividad y se les quedan mirando. A su alrededor hay mesas llenas de utensilios científicos y una mesa en el centro donde reposan dos esferas azules.

-¡El agujero negro!- exclama Alex.

-¿Quiénes sois y que hacéis aquí?- pregunta un hombre que se acerca con una libreta en las manos.

-Ha sido ese agujero negro, es su culpa- expresa Alex.

-¿Qué agujero negro?

-Ese que tenéis encima de la mesa- señala John hacia las esferas.

-Eso no es un agujero negro, es un portal del tiempo- aclara el científico de la libreta.

-¿Un portal del tiempo?- a Alex le hacía más ilusión la idea del agujero negro.

-¡Sí! ¡Cuando funcione se podrá viajar a través del tiempo!- exclama el hombre.

-Pero si ya funciona. Estábamos jugando con la pelota cuando esa máquina empezó a desprender una luz azul y abrimos la puerta del parking. Luego un agujero azul nos tragó y nos escupió en este lugar- explica John.

-¡¿Qué venís del futuro?!- todos los científicos se había reunido alrededor de los chicos.

-No- afirma Alex- o puede que sí. No lo sé.

-¿Qué año es?- pregunta otro científico que se había agachado para ponerse a la altura de los niños.

-Creo que es 16- piensa John- ¿O 17?

-¡Que va! Es 18. No te acuerdas que la señu apuntó en la pizarra 1 de Marzo del 18.

-¿Pero 2018 o 1918?- los científicos se empezaban a impacientarse.

-No lo sé- afirma John.

-¿Pero existen los coches?

-¡Pues claro! ¿Pero qué te piensas, que vivimos en la prehistoria?

-¿Y cuantas veces se ha ido a la Luna?- pregunta otro científico.

-Creo que tres. ¡Sí tres! Que lo hemos estudiado en naturales y he sacado un siete en el examen- John se siente orgulloso de su sabiduría en naturales.

-¡TRES!- exclaman los científicos.

Se reúnen todos en un círculo y debaten diferentes teorías, mientras nuestros protagonistas se sientan en el suelo y se entretienen con un juego de manos. Al cabo de cinco minutos un científico aborda a los chicos con bastante intensidad.

-¿De qué color eran los rayos?- pregunta el científico.

-Eran azules- responde Alex.

-¡Azules! ¡Claro!- después de un agudo chillido se pone a escribir como un loco en la pizarra formulas y más formulas.

Todos los científicos le prestan la máxima atención, mientras John y Alex se levantan para observar que está pasando.

-¡Ya está!- grita el científico.

-¿Rayos gamma?- pregunta uno de los científicos.

-Eso es. Si eran de color azul tendrían que ser gamma, así que he ideado una hipótesis con los rayos gamma y ¡funciona!

Todos los científicos se abrazan eufóricamente y dan saltos de alegría.

 

Los niños se quedaron dormidos.

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