Kim Daeil se encontraba siempre rodeado, tanto de chicas como chicos. Esto debido a dos razones aparentes. O, al igual que la mitad de la escuela, están enamorados de él, o buscan popularidad al estar cerca del chico más deseado desde que empezaron las clases.
A pesar de esto Daeil seguía sin sentir interés por ninguno de sus admiradores. Debido a esto, día tras día debía rechazar a la gente que se le confesaba, pero se aseguraba de hacerlo de una forma particularmente dulce, acorde con su tímida e introvertida personalidad.
Creyó que no sentiría interés por nadie hasta que él apareció en su vida.Un chico de humilde sonrisa, apenas un centímetro mas bajo que él. De pelo castaño, lo suficientemente largo para cubrir sus finas cejas. Ojos tiernos, de mirada vivaz, los cuales albergaban esa chispa que irradiaba ternura. Su fina nariz y, por último, sus suaves y delicados labios rosados, curvados en esa tímida sonrisa que era acompañada por sus rojas mejillas al momento de pronunciar las palabras que darían paso a la confesión mas linda y sincera que Daeil jamás haya presenciado.
Quedó mas que encantado con aquel chico, quien se hacía llamar Kisu, el cual le hacía recordar al nombre que reciben los besos en inglés.
Kiss.
Estaba ensimismado en sus pensamientos, por lo que tardó un par de segundos en darse cuenta de que el chico de belleza digna de ser retratada esperaba una respuesta. Fue en ese momento en el que la única pizca de cordura que quedaba en el subconsciente de Daeil habló, recordándole lo destrozador que sería ver al pobre chico llorar. Obviamente no pensaba rechazarlo, solo aplazarlo.
—Kisu—El nombrado sintió como sus piernas fallaban al escuchar su nombre salir de los labios de Daeil—No sé si alguna vez te hayan dicho esto, pero eres la persona más hermosa que me ha tocado admirar—Afirmó.
El corazón de Kisu se aceleró al son de sus palabras.
—¿Sabes? Creo que "hermoso" te queda corto—Aseguró antes de seguir con su poesía—Es por esto que mereces a alguien que iguale tu belleza, por que nadie podrá superarla—
—¿Eso es un no?—Cuestionó, inclinando su cabeza con confusión.
Daeil retiró con suma delicadeza la flor que Kisu sostenía en sus manos, para ponerla tras la oreja del castaño. Su índice fue hasta su mejilla y viajó por esta hasta llegar a su mentón, el cual sostuvo para elevar la vista gacha del más bajo.
—No lo tomes así—Dijo con una sonrisa enternecida—Solo no soportaría ver llorar a la persona que amo—Y sin mas se fue, pero no sin antes dejar un suave beso cerca de la comisura de los labios de Kisu.