Conociendo a la familia

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Conociendo a la familia

Raven sabía que las cosas en la Batifamilia eran complicadas, de hecho no había nadie en el mundo que no lo supiera, era un secreto a voces que todos los miembros estaban un poco locos...bueno, quizás más que solo un poco, pero ¿quién era ella para juzgar?

Por eso es que, tras la separación de los jóvenes titanes y cuando Damian le dijo sin opción a replica que se mudaría con él a la mansión, Raven trato de ignorar el pequeño salto de emoción en su pecho y comenzó a prepararse mentalmente para lo que iba a experimentar en ese lugar. Lo que no imagino por supuesto, es que ni toda la meditación del mundo la prepararía para lo que vería allí.

El primero en recibirla fue el siempre amable Alfred, que de inmediato y tras una rápida inspección le ofreció una taza de té con galletas mientras le hacía compañía en reemplazo de Damian que se había marchado para hablar con su padre.

Los nervios comenzaban a invadirla pero ella trataba de mantenerse controlada; Alfred era un hombre gentil y culto, Raven se sentía cómoda en su compañía, ya que a diferencia de todo lo que habitaba esa casa el anciano no portaba un aura de sufrimiento constante, quizás unos cuantos arrepentimientos, pero eso era natural en todos los humanos. La charla del hombre era amena y pronto descubrió que al igual que ella era un fanático de Shakespeare y Doyle. Tan distraída estaba con el mayor que ni siquiera noto tres pares de ojos que la observaban desconcertados desde la entrada principal de la cocina, fue Alfred quien interrumpió la charla para saludar a los visitantes.

- Jóvenes, ella es la señorita Raven, es invitada del amo Damian y a partir de este momento se quedara a vivir en la mansión. - comento con calma pero firme mirada de advertencia. Los chicos abrieron aún más la mandíbula por la sorpresa, cosa que no imaginaba fuera posible.

El silencio que se instaló entre ellos fue inmediato e incómodo, ella no era muy sociable y saberse vigilada por los "hermanos" de su amigo le estaba poniendo nerviosa, especialmente la del primer Robin, aquel que había sido su compañero por más tiempo que cualquiera pero del que apenas guardaba recuerdos que le pertenecieran a esta nueva encarnación.

Casi sentía como sus poderes escapaban de su control, no tardaría en hacer volar la vajilla si continuaba de ese modo. Cuando estaba a punto de cerrar los ojos para controlarse pudo sentir como una mano conocida se posaba con cuidado en su hombro, al levantar la vista se encontró con la figura de Damian que les devolvía una mirada afilada y furiosa a sus "hermanos".

- ¿Se puede saber que tanto ven? - pregunto de una forma venenosa y sin soltar el agarre de su hombro, una pequeña sonrisa escapo de sus labios ante la idea de que quizás estaba un poco celoso, por supuesto eso era imposible, pero la imagen le resultaba divertida.

- No te pongas así Little D. - comenzó a hablar aquel con un mechón de cabello blanco en su frente y quien Raven suponía era Jason Todd alias Red Hodd. - Es solo que nunca imaginamos que llegaría el día en que trajeras una chica a casa y mucho menos una tan linda. - termino la frase Todd guiñándole el ojo de manera coqueta y marchándose de allí con su peculiar aire de superioridad, dejándola con un notorio sonrojo y provocando un gruñido de molestia en Damian.

- Bienvenida al nido de locos. - dijo Tim, Red Robin, con una expresión de profunda pena y se marchó en dirección contraria a Jason sin nada más que añadir a la conversación.

- No les hagas caso Raven, ese par son tan deprimentes que podrían hacer llorar a un payaso. - Esta vez fue Dick quien tomó la palabra y se sentó justo frente a ella en el desayunador. - La mansión puede no ser divertida pero al menos no estarás sola. - continuo el mayor al tiempo que ella observaba como Damian se sentaba a su lado.

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