Promesas

5 0 0
                                    


Era una noche oscura y fría. El cielo estaba despejado y las estrellas parecían asomarse con diversión, siendo conscientes de la travesura de la que serían testigos.

Se encontraban en un edificio que había estado bajo el cargo del gobierno desde su inauguración. Donde los científicos que se hacían llamar paramédicos experimentaban sobre personas genéticamente modificadas. Estaba situado en una explanada de al que estaba a millas de la cavilación. Rodeada de lo que parecían ser muros robustos de piedra. Sin embargo, podías llegar a acortar el camino si atravesabas un bosque de 50 hectáreas. Era famoso por su alto servicio en seguridad e aislamiento. Era un edificio apartado porque continuaba con la práctica de desarrollar las diferentes habilidades que podías controlar con la inyección de diferentes sueros modificados, que alteraban el funcionamiento del organismo humano. Estos sueros eran creados mezclando y juntando los diferentes genomas de los seres vivos. Creando así, la posibilidad de desarrollar habilidades sobrenaturales. Esta práctica fue clausurada hace muchos años, sin embargo trabajaban bajo la creencia de ser considerados útiles en pocos años. Las consecuencias podían ser tan devastadoras que determinaron que debía ser una fortaleza nuclear. Nadie, absolutamente nadie había sido capaz de burlar su sistema. Sin embargo, parecía que el destino había decidido continuar su historia sin permiso.

Las luces de emergencia empezaron a resonar por todo el edificio. Unas sirenas fragorosas que alertaban a las personas que alguien había conseguido escaparse. Los científicos parecían correr alterados de arriba abajo de los pasillos sin encontrar ni siquiera una respuesta clara a la situación en que se encontraban.

Entre aquellas personas, se encontraba un científico especial, bautizado por sus compañeros como el bondadoso que había estado bajo observación por su benévolo comportamiento hacía los experimentos. Tenía una sonrisa de oreja a oreja disfrutando de lo alterado que se encontraban sus compañeros. Nunca había aceptado la manera en que ellos hacían sus experimentos sobre las personas bajo observación. Bajo la confusión de sus compañeros recordó todos aquellos momentos que pasó junto al número 5, una chica que había conseguido sobrevivir a los cinco niveles. Cuando un experimento superaba esos cinco niveles podría ser considerados un arma humana con alto porcentaje de éxito.

Recordó por un momento las noches que había decidió colarse en su habitación, número cinco, con la intención de explicarle una historia. Sentía adrenalina el saber que podía alterar las reglas de sus compañeros para brindarle una oportunidad aquella chica, que parecía tan pérdida como poderosa. Tuvo presente la cantidad de risas que daban ambiente a aquella cámara de cuatro paredes. Rememoro aquellas promesas que le había regalado a número cinco. Te protegeré. Saldremos de aquí. Sobrevivirás. Cuando esas palabras salieron de su boca para darle confianza a la chica no habían pensado aún en como cumplirlas. Ahora, podía decir que las había cumplido. Te protegeré. Esa palabra volvió a aparecer por unos instantes bajo los pensamientos de Eric. Se deshizo de su bata blanca y tomo la decisión de ir tras número cinco.

Número cinco había conseguido burlar a la seguridad y derrocar un trozo de muro que cubría todo el edificio. Los focos de búsqueda habían sido encendidos tras año de inutilización. Cinco decidió correr hasta que sus piernas dijeran basta, fue entonces cuando recordó por primera vez la calidez de la sonrisa de aquel chico que hacía llamarse Eric. Las veces que entró en su habitación con la intención de trasladarla a mundos mágicos donde la imaginación no tenía límites. Recordó sus promesas y se percató que una de ellas había sido cumplida. Había podido escapar.

Recordó ahora la fricción de sus brazos, unos brazos firmes y musculosos que rodearon su cuerpo cuando ella se encontraba aturdida por los experimentos. Sin embargo, a pesar de poder recordarlo no sentía el calor de su cuerpo, ni su temperatura corporal. Ni tan solo su respiración o el tacto que hacían sus manos sobre su piel. Notó el rostro de Eric juntándose con el suyo, pero era irreal.

-Yo te protegeré...- la segunda promesa. Cinco, podía ver las articulaciones de sus palabras sin embargo no escuchaba su voz. No podía sentir tampoco aquel escalofrió tan agradable que provocaba en su ser una de sus palabras.

¿Cómo había llegado a parar a aquel bosque tan espeso? donde la oscuridad de la noche y le pequeña luz de la luna eran los protagonistas. ¿Por qué ese grupo de hombres le habían empezado a perseguir? Cinco hizo una pausa. Una pausa corta, para recuperar un poco el aliento. Pudo volver a recordar cómo había escapado de aquel lugar donde día tras días veía las diferentes varas que rodeaban su celda. Como aquellas personas vestidas de blanco le decían cada día que había sido un producto defectuoso. Donde sin descanso, fue experimentando una prueba tras otra llevando a su cuerpo al límite de su poder. Se acordó por unos instantes la fuerte presión que hacia el suero sobre ella o cuando su cuerpo estaba hundido bajo un producto químico donde si no conservaba la respiración podía ser la víctima del ahogamiento al mismo tiempo que los electrodos controlaban la respuesta de sus neuronas. En aquel momento volvió a recordar aquel rostro tan delicado. Esos mechones de cabello rubio que caían sobre aquel chico llamado Eric.

-Yo te protegeré...-Esas palabras volvieron a invadir a la chica. Podía ver la articulación de las palabras tras aquella imagen que la mente le había proporcionado, pero no podía escuchar su voz.

-¡Deja de decir semejantes estupideces! -gritó la chica a la noche

-Me dijiste que me protegerías, que me salvarías, pero cuando más te necesito. ¿¡Dónde estás Eric!?-Volvió a pensar en voz alta explicándole a la noche sus pensamientos.

Dirigió sus manos a sus ojos, los cuales parecían ser conscientes de su situación y respondieron mediante lágrimas. Sentía hervir las heridas, las heridas que los arbustos y ramas dejaban sobre ella a cada roce cuando ella intentaba superar esos obstáculos. Llegó a un claro, un claro al que no sabía por dónde continuar su ruta. Se detuvo, asustado miró a ambos lados. Preocupada. Los pasos y las voces de seguridad parecían más cercanas por momento. Se asustó y cayó de rodillas al suelo lamentándose. Seguridad consiguió alcanzarla. Tenía sobre ellos todo clases de herramientas para aturdirla. Cinco alzó la mirada. Unos brazos musculosos le rodearon desde la espalda proporcionándole ese cálido sentimiento que ella estaba dispuesta a recuperar.

-¡Te protegeré!-la voz de Eric interrumpió la escena. Cinco ahora podía sentir el calor de su cuerpo y una vez más se sentó segura creando así un campo de defensa son su propia mente evitando que las personas de seguridad pudieran acercarse a ella. Eric entrelazó los dedos de la chica con los suyos dándole así más seguridad y proporcionando un ataque de defensa que le permitieron huir.

-Sobrevivirás...-Pronunció Eric como su última promesa.

PromesasWhere stories live. Discover now