El Columpio

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«Volví al pasado y me sentí en paz»

Cuando era pequeña le gustaba columpiarse, no sentir nada bajo sus pies y dejar que su cuerpo se balancease. Desde hacía tiempo pensaba en esa etapa, aquella en la que no se preocupaba por nada, no era nadie y a la vez lo era todo para sus padres.

No pidió vivir en una tormenta, tampoco en un día soleado. Solo quería ser el mar, bello como él mismo e impasible a los barcos, a los rayos. Inmortal.

Le gusta bailar, gritar y reír. Le gusta y le gustaba, pero desde hacía mucho tiempo era incapaz de revivirlo, pues en vez de bailar, corría. Si no gritaba, caía, y cuando no reía con sus amigos, lloraba a solas. Los rayos y los barcos de petróleo eran tan constantes que hasta llegó a pensar que era algo normal, que se lo merecía por actuar de aquella manera; los chicos son chicos y las chicas son chicas, se repetía.

Pensó que aquello era una etapa que en breve no sería más que un recuerdo, pero por más que el tiempo transcurría, ese dicho – el tiempo lo cura todo– se convertía más y más en una mentira.

Su madre la retenía antes de ir a clase. Revisaba su ropa y con un suspiro, tiraba de su coleta para dejar que el pelo se perdiera en sus hombros. Ella protestaba, pero sus quejas siempre eran silenciadas.

– ¿Por qué siempre llevas el pelo atado, cariño? Así estás más guapa – posaba los labios en su mejilla y dejaba que la ternura recorriera su cuerpo. Ella sonreía lo mejor que podía y salía por la puerta. «Si tan solo entendiera...que esta no soy yo» Siempre era el mismo proceso; descubría la goma del bolsillo y mientras bajaba las escaleras, recogía su cabello.

Al principio ignoraba los comentarios de la clase; dejaba sus piernas muertas y se recostaba en el asiento. Le daban igual los rumores y las miradas, ella era feliz con sus amigos. Pero un día, aquellas máscaras de cosméticos la esperaron después de las clases.

– ¿Ves esa de ahí? Dicen que es una bollera

– ¡Marimacho! ¡Me das asco!

El día nublado se había transformado y comenzaba una tormenta. Una tormenta imparable y constante.

Sus padres no sabían lo que sucedía; ella sabía actuar muy bien. Antes de volver a casa se colocaba una bolsa con una sonrisa dibujada en la cabeza y después de contestar a sus preguntas, se encerraba en su habitación. Se quitaba la ropa y desnuda frente al espejo, colocaba su cabello como si lo tuviera muy corto y se tapaba los senos con las manos. Sonreía, imaginándose de aquella manera, gustosa con su aspecto.

–Mamá, quiero cortarme el pelo.

–Está bien, pero con una condición. Te pondrás pendientes, serás más femenina.

FEMENINA

Deletreó en las hojas de su diario « ¿Qué es?» Escribió « ¿Qué significa ser femenina? ¿Ponerse maquillaje, pendientes, tener el pelo largo y andar con tacones? ¿Actuar de forma delicada y llevar ropa apretada o vestidos? » Esa idea le parecía muy lejana, el mar se teñiría y a ella no le gustaba el tinte. No se sentía mujer. Después de tanto tiempo lo entendió. Pero... ¿y ser hombre?

Recorrió los pasillos con su nuevo corte de pelo, una venda apretada rodeando su pecho y ropa holgada cubriéndola, más libre que antes. Las olas iban y venían a su gusto; ahora las corrientes eran diferentes y agradables. Pero sin que pudiera advertirlo, los rayos cobraron más fuerza, siendo así más penetrantes y puntiagudos.

–Pareces un tío – Escupió una muñeca andante, ella no se sintió insultado. La miró y antes de que pudiera huir...– Eres una falsa por pretender lo que no eres.

FALSA

« ¿Lo soy? »

Le empujaban, le acorralaban de camino a su casa.

– ¡Me das asco!

Y le golpeaban cada vez que tenían oportunidad.

– ¡Mírala, está llorando! ¿¡Qué eres, un bebé!?

En los recreos, en los cambios de clase y a la salida. Lo humillaban delante de todos siempre que los pocos amigos que tenía no estaban con él.

«Me sentía anormal, un espécimen fuera de lugar»

Los barcos se rompían y llegaban a contaminar ese mar, silenciosos, ignorantes y egoístas. Los rayos siempre aprovechaban aquella oscuridad para caer con más intensidad.

– ¡Deberías morirte!

«No era nadie pues por mucho que mi corazón sangrara, ningún capitán intentaría salvar el mar» Escribió. Entonces las lágrimas cayeron sobre el papel y las letras se crearon, se sintió mejor. Creyó que habría otro camino por el que podía pasar sin ser electrocutado.

Un día se asustó y corrió todo lo que pudo hasta que sus piernas dijeron basta. Con la vista nublada y el aire apretando sus pulmones, cayó al suelo. Tuvo un sueño; sus sienes sangraban y el columpio en el que se sentaba ya no estaba. En su lugar había una cuerda colgada del techo, esperando a su dueño.

Dudó por un momento, pensando que aquel objeto inanimado le traicionaría.

–Vuelve conmigo, cariño.

–Te quiero, por favor no llores más.

Con una respiración lenta y la boca entreabierta, avanzó hacia ella. Comenzaba a desvanecerse a cada segundo que sus dedos se alejaban y a cada palabra que recordaba. Los ojos brillantes le escocían, el mar estaba impaciente, furioso.

– Estamos contigo. Siempre lo estaremos...

Pero antes de que desapareciera, asustada de aquellas voces tan dulces y amables, la agarró con todas sus fuerzas y subió sobre aquella nube de madera. Estaba preparado «Si me voy, me iré como quién soy y no como ellos quieren que sea»

Rodeó su cuello en la cuerda y con el placer que sentía al tocarla, la apretó contra su garganta. Ignoró entonces las lágrimas frías. Susurró un «lo siento...» y jadeó «pero me mentisteis» La nube desapareció. La habitación se inundó de alaridos y golpes.

Cuando era pequeño me gustaba columpiarme, no sentir nada bajo mis pies y dejar que mi cuerpo se balancease. Dicen que cuando estás a punto de morir ves tu vida pasar, tus decisiones, tus errores...Pero eso no sucedió, en su lugar vi reír a mi madre con ese vestido de verano y llorar desconsoladamente a tan solo unos metros de distancia, con el pelo revuelto y las rodillas en el suelo. Mi padre se abalanzaba hacia mí a tropezones y mientras caía rendido, los sollozos se desvanecieron.

Lloraron

                  Lloraron

                                       Lloraron

                                                     Lloraron
                                                           ...
                                                                          Se levantó

                                                                                          Volvió

                                                                                                 Me besó
               

                          Y el columpio se rompió
  

                         Me salvaron

***

Buenas~~ Me gustaría que comentases qué te ha parecido o dejases tu estrellita, así sabré que te ha gustado y me motivaré a escribir más relatos como este. 

Gracias por leer! ^^

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