Esta mini-historia se la escribo a mi hermanita, por su cumpleaños. ¡Felicidades!
Para mi pequeña hermana:
Miraba hacia el horizonte por mi ventana, hacia esas acogedoras montañas, por las que travesaba la luz de el comienzo de otra cálida mañana.
No había podido pegar ojo, simplemente pensando en lo ocurrido días antes, pensando en el desgarrador dolor de la noticia.
La ida no era grata para mi, el amor hacia la persona era inmenso, tanto, que hubiera dado lo que sea por ir con ella.
Sin embargo, por más que mis suplicas fueran amenazantes, las circunstancias no permitieron el hecho. Ella se había ido, y me había dejado destrozada, sin rumbo, divagarte... sola.
Las lagrimas que amenazaban con salir de mis oscuros ojos eran retenidas, pensando en las palabras que me había dicho, mientras ella retenía el llanto y yo sin embargo, las tenia rodando por mis mejillas, antes que cogiera el vuelo hacia un lugar que no me interesaba, y odiaba.
<<No te preocupes, debes ser fuerte, porque, hermanita, que me vaya significa que algún día serás lo demasiado grande para venir conmigo, y cuando ese momento llegue, te acogeré entre mis brazos y te llevare a conocer mundo, porque no hay amor más grande que el que siento yo por ti, mi pequeña>>
Eso lo dijo justo antes de que sus lagrimas brotaran y cayeran, como una silenciosa catarata, por sus redondas mejillas. Después me dio un beso y se dio media vuelta, mientras yo la veía alejarse.
En la soledad de mi cuarto agaché la cabeza y, mientras los rayos del sol acariciaban mi cabeza, largue a llorar, mientras en un susurro, murmuraba, con amor y cariño:
<<Pronto nos veremos, amada hermana>>
Me agache y me desahogue.
De: Lucía
