Ella fue un testigo de descargo complicada de contrainterrogar, y no por su astucia a las preguntas sino porque su mirada me invitaba a pecar.
Algunas técnicas de litigación Oral establecen que el abogado se debe acercar un poco al testigo para intimidarlo, pero les juro que si me acercaba más a ella el intimidado sería otro.
La única contradicción que se evidenció en la audiencia fueron mis ganas de tratarla como testigo reacio con mis ganas de invitarla a salir.
De sus labios obtuve información pero lo que quería escuchar era su nombre.
Si la miraba a los ojos me perdía, pero si la miraba a hacia abajo me iba peor. Por donde la mirara el que perdía era yo.
Fue un buen testigo de descargo, me quedé con sus respuestas y con mil preguntas más.
